Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
- Nos veremos inmersos en una nueva temporada de inestabilidad con distintas posibilidades de investidura, sin descartar una nueva cita con las urnas en diciembre
El Partido Popular ganó las elecciones, sumó 47 escaños más de los que tenía, obtuvo el mayor número de votos y tendrá 14 diputados más que el Partido Socialista. Pero no debería estar contento. Se quedó sin posibilidades de gobernar y muy lejos de las expectativas generadas por las encuestas. Menos de 140 escaños no lo esperaba nadie. Justo lo contrario de lo que le sucede al PSOE, que perdió el pulso con el PP y que sumado con Sumar se quedó muy lejos (20 escaños) de la suma de PP y Vox. Pero Pedro Sánchez estará contento.
Salvó su enésimo ‘match ball’. Sus resultados son malos si consideramos que en España los partidos en el Gobierno siempre ganan las primeras elecciones a las que se presentan. Y se le complica su permanencia en la Moncloa. Primero porque tendrá que recurrir de nuevo a Frankestein, con los dolores de cabeza que eso supone, incrementados por el encarecimiento del precio que le exigirán un Bildu crecido -su colaboración con el Ejecutivo central le empuja hacia arriba-, un ERC deprimido -su colaboración en Madrid le castiga sin piedad- y un PNV que huele a sangre y morderá fuerte para defender su primogenitura.
Además de que nunca gobernó un partido que hubiera perdido las elecciones y que ahora debería dirigir el Ejecutivo con la mayoría de las comunidades autónomas en su contra y con un Senado manifiestamente hostil. Lo disfrazará como quiera o pueda, pero es evidente que no ha podido derogar el ‘sanchismo’, que sobrevive, aunque sea a trancas y a barrancas.
Vox no mantuvo el tipo, perdió un montón de escaños (19). Debería recapacitar acerca del hecho de que, al final, sus votos solo servirán para impedir un mejor resultado del PP, sin ganar por ello un ápice de influencia. Por su parte Yolanda Díaz se mostró encantada aunque ni pudo superar a Vox, ni evitar la pérdida de nueve escaños. Faltan los partidos nacionalistas que lo hicieron mal -con la sonora excepción de Bildu-, aunque serán más decisivos que antes.
¿Quién ganó entonces? El país tampoco. Nos veremos inmersos en una nueva temporada de inestabilidad con distintas posibilidades de investidura, sin descartar una nueva cita con las urnas en diciembre, lo que conlleva un semestre de bronca inútil y degradante. ¿La solución? Numéricamente está clara, es evidente. Siempre hacemos un solo corte en la sociedad y por tanto en el hemiciclo. Si hiciésemos dos cortes, sumando al PP con el PSOE y dejásemos fuera a Vox y a los independentistas, tendríamos la solución. Pero eso es aritmética y aquí hablamos de política. De una política que ayer se alejó un poco más de los intereses de los ciudadanos. Exactamente a la misma velocidad que se convirtió en un serio problema de difícil solución. ¡Me olvidaba! También falló Tezanos. Pero eso no es noticia.