EL MUNDO – 12/09/15 – LUIS MARTÍNEZ
· La cuestión siempre es, como tan violentamente dejó dicho Humpty Dumpty, saber quién es el que manda. El personaje de Alicia se refería al significado de las palabras. No a lo otro. Aunque también. A la propia Alicia, una pobre contribuyente en un país extraño, no le parecía de recibo que las palabras significasen «tantas cosas diferentes». Pero ella, claro, no mandaba.
Yorgos Lanthimos, griego y cineasta, imaginó en su película Canino la posibilidad de un mundo con los significantes del revés. Las cosas, los verbos y los rituales se llamaban de otra manera y así hasta que la propia realidad se evaporaba de forma trágica. La película se podía leer como la más gráfica metáfora de un país entero desde el momento preciso en que alguien decidió jugar a ser Humpty Dumpty: la deuda no era tal, sino progreso. Cataluña, obviamente, no es Grecia. O no del todo. Tampoco, y pese al empeño de algunos, parece ser el país de las maravillas. Y, sin embargo, algo hay del encabezonamiento del señor Huevo en el juego de acusaciones cruzadas que vivimos.
Hace no tanto Felipe González y Artur Mas se cruzaban sendas cartas de desamor. Ante la misma palabra, el primero vaticinaba un futuro cerca de Albania y el segundo prefería imaginarse junto a Holanda o Suecia. A ninguno de los dos le parecía razonable culpar de nada a la corrupción o a los recortes o a la pésima gestión de la crisis. Son sólo ejemplos y no necesariamente griegos. Llega un momento en la vida de toda alucinación en el que la realidad molesta.
La palabra de significantes cambiantes era, en efecto, independencia. Pero, ¿qué es exactamente lo que nombra este sustantivo? Hasta ahora, unos y otros se han limitado a parapetarse en un muro de signos, banderas, himnos, patrias, golpes de pecho… Pero ¿qué significa exactamente?: si se cumple la separación ¿habrá más ruedas de prensa de Piqué? ¿qué ocurrirá con los recortes? ¿se dejará de cobrar el 3%, o se subirá al 6%? ¿se volverán a prohibir los toros? ¿asistiremos a más o menos zancadillas en la frontera?
En otro pasaje de Alicia el Rey Rojo duerme. Y Tweedledee le plantea a Alicia la duda de ser un personaje o «sólo una cosa» en el sueño del monarca. Si su Majestad se despierta, se acabó. Y si Lewis Carroll deja de escribir, también. ¿O es también el autor de Alicia a través del espejo un sueño del rey? El debate sobre las señas de identidad siempre acaba en el mismo punto: tan lejos de lo real que se diría cerca de la más inane pesadilla. El 27 de este mes, el Rey Rojo dejará de dormir y sabremos quién manda. Quedará entonces claro, no lo duden, que Humpty Dumpty siempre tiene razón.