Alicia se hace nacionalista

EDURNE URIARTE, ABC 09/10/13

· La «singularidad» de Cataluña defendida por una líder relevante de uno de esos partidos es una quiebra inquietante en esa amenazada nación política.

Alicia Sánchez-Camacho se hace nacionalista. O lo parece, que es lo mismo a efectos políticos. Efectos que son, sencillamente, destructivos. Para ella misma, para el PP catalán y hasta para el PP nacional, si no la desautoriza aún con más contundencia y busca un relevo en Cataluña. Y para todo el sistema autonómico que se sostiene sobre todo por la permanencia de una derecha defensora de la solidaridad y unión de la nación española.

Los intentos de matización de Sánchez-Camacho ayer, con eso de que ella se refería a una financiación para todos, son baldíos. Más que nada porque dijo exactamente lo contrario y se le entendió perfectamente, cuando reivindicó la «singularidad» de Cataluña y un sistema de financiación que limite la solidaridad con las Comunidades más pobres y aumente el dinero que se queda Cataluña. Que es lo mismo que pide el nacionalismo catalán, singularidad, diferencia y más dinero. Si a lo anterior se une el que Sánchez-Camacho cometiera la increíble torpeza añadida de lanzar tal mensaje a través de la socialista y pronacionalista Prisa, el primer efecto de su iniciativa es el cuestionamiento de su propio liderazgo, a partir de ahora poco creíble para representar a la derecha nacional en Cataluña.

Los efectos son también destructivos para el PP catalán porque este discurso multiplicará la emigración de votantes hacia Ciutadans. Por la falta de liderazgo propio que manifiesta, por la debilidad respecto al nacionalismo dominante, por la confusión de conceptos con lo de la «singularidad», por el seguidismo, por el miedo. Una cosa es revindicar una nueva financiación para todas las Comunidades a partir de un planteamiento económico y fiscal, y otra completamente diferente es lo que ha hecho Alicia Sánchez-Camacho con la exigencia de tratamiento especial para Cataluña. Lo primero sería coherente en un partido de derecha que cuestiona algunos excesos de la redistribución fiscal, pero lo segundo es mero nacionalismo, al estilo del nacionalismo actual marcado por la insolidaridad. Y esa coincidencia con el nacionalismo se agrava por el contexto político en el que se presenta la propuesta, justamente en plena crisis secesionista.

Los efectos destructivos para el PP nacional dependerán de la manera en que la dirección nacional tapone esta tremenda fisura. Si no lo hace con eficacia, la primera consecuencia inmediata es que las Comunidades más ricas, comenzando por Madrid, romperán la baraja. Lo han anunciado, de hecho, como era de prever. Y como tenía que haber previsto Alicia Sánchez-Camacho, por un elemental conocimiento político que se le suponía. Y la segunda consecuencia es el debilitamiento de la posición del PP nacional y del Gobierno ante la amenaza secesionista. Si el propio PP catalán compra parte de los argumentos nacionalistas, ¿dónde está la alternativa del PP nacional?

Pero quizá los efectos más preocupantes apunten hacia el propio sistema autonómico. Si el sistema está notablemente debilitado por las tensiones nacionalistas, difícilmente podrá resistir que a lo anterior se le sume una dinámica de enfrentamiento entre ricos y pobres, inevitable si sigue adelante una propuesta como la del PP catalán. El Estado de las Autonomías se sostiene en una nación política fuerte que en estos momentos sólo defienden con claridad y sin complejos el PP, UPyD y Ciutadans. La «singularidad» de Cataluña defendida por una líder relevante de uno de esos partidos es una quiebra inquietante en esa amenazada nación política.

EDURNE URIARTE, ABC 09/10/13