Ángel Gabilondo y Javier Fernández lideran las quinielas del PSOE si hay elecciones

EL CONFIDENCIAL 06/10/16

· El exministro es visto como el mirlo blanco capaz de aunar a todo el partido y con probado tirón en las urnas. El presidente de la gestora ha ganado perfil político, aunque podría encontrar objeciones

Aunque pudiera parecer que el PSOE hará todo, absolutamente todo, para evitar unas terceras elecciones en las que salga más malherido de lo que está, no es así. No está dispuesto a verse «humillado» por el PP a cambio de su abstención, o que incluso le ponga condiciones, como procurar la estabilidad al Gobierno de Mariano Rajoy una vez conquistada la investidura. Por ahí, dicen incluso los más proclives a facilitar el paso a los populares, los socialistas no pasarán, y están dispuestos a ir en ese caso a unos nuevos comicios, en los que saben de sobra que podrían sufrir un castigo de los ciudadanos. 

Y si eso ocurre, ¿quién es el candidato o candidata? ¿Quién se echa a la espalda un partido en ruinas y devastado por las luchas internas, descabezado, sin secretario general, más vulnerable quizá que nunca? Ya hay dos nombres que circulan en privado en boca de los socialistas: Ángel Gabilondo y Javier Fernández. El primero, el independiente de sólida trayectoria, catedrático de Metafísica, respetado y querido a partes iguales por militantes y dirigentes, con probado tirón electoral. El segundo, el jefe de la gestora, el llamado a calmar las aguas, un veterano dirigente que emociona en sus mítines, con un conocimiento profundo del PSOE y con la cultura del partido en las mismas venas. No entra en las cábalas Susana Díaz, porque no tiene preparada la sucesión en Andalucía y se reserva para el próximo congreso. 


· Juanma Romero

¿Y Pedro Sánchez? Él ya ha dejado ver que competirá por la secretaría general de nuevo —así se lo trasladó al presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, el pasado sábado, nada más dimitir y verse derrotado por los barones— cuando se convoque el siguiente cónclave, pero tendría tal vez más difícil acceder a la candidatura presidencial, dada la posibilidad de que se deban cancelar las primarias abiertas por lo ajustado de los plazos para presentar las listas y por lo reciente de su defenestración. Su vuelta ahora reavivaría las tensiones internas. 

En el PSOE se extiende la percepción de que el PP quiere terceras y para eso busca poner condiciones a la abstención. Los socialistas no pasarán por eso

Oficialmente, el PSOE no está aún en modo campaña. Desde la gestora que gobierna interinamente el partido y desde los territorios, insisten en que aún queda mucho para eso, y todavía no se trabaja ni en la confección de las candidaturas ni en nada similar. Pero es inevitable que diputados y dirigentes se pregunten qué pasaría si finalmente no hay abstención al PP, en buena medida porque se extiende la idea de que Rajoy piensa más en otras elecciones que le refuercen y le permitan vivir en La Moncloa más cómodamente, sin las ataduras de una mayoría insuficiente que no puede frenar que la oposición le derogue leyes o tumbe sus proyectos. De hecho, cada vez más los cuadros socialistas muestran su estupor e indignación por que el presidente del Gobierno en funciones no haya movido un dedo desde las elecciones gallegas y vascas del 25-S, y ni siquiera haya intentado en serio buscar un acercamiento con el PNV. 

«Tacticismo impropio» de un ganador
También irrita que el PP pretenda que el PSOE le dé garantías de estabilidad parlamentaria, como de hecho este miércoles pidió su portavoz en el Congreso, Rafa Hernando. «El PP no está en condiciones o en situación de poner condiciones para nada ni para nadie», avisó este miércoles Mario Jiménez, el portavoz de la gestora, en ‘Más de uno’, en Onda Cero. Que los populares pongan precio a la reelección de Rajoy a aquellos que podrían facilitarla es «un tacticismo impropio de un partido que ha ganado las elecciones». En el mismo sentido, Micaela Navarro, expresidenta del PSOE, pidió al PP que aclare «si está apostando realmente por unas terceras elecciones». Si es así, advirtió, no tendría «ningún sentido» que los socialistas barajasen la abstención en su comité federal. 


· El valenciano Ximo Puig y el manchego Emiliano García-Page prefieren una nueva llamada a las urnas antes que facilitar el Ejecutivo al PP

El valenciano Ximo Puig y el manchego Emiliano García-Page son los que más se aferran a mantener el no a Rajoy hasta el final y prefieren ir a las urnas con un candidato «potente», como dijo el lunes el segundo, antes que la abstención. «Desde luego, mi posición es clara: no se da ninguna circunstancia para apoyar al PP —aseguró Puig en un multitudinario acto en Madrid para reclamar una financiación justa para su comunidad—. No hay circunstancias para el sí, ni para la abstención, por supuesto». Como el martes, el ‘president’ insistió en que los populares «no han hecho nada durante este tiempo para merecer la confianza de ningún grupo».

No hay fecha aún para la reunión del comité federal del PSOE, ni tampoco para el encuentro de Fernández con los barones —aunque este podría tener lugar antes del Doce de Octubre, fiesta nacional—, pero en todo caso la decisión final del partido no se podrá llevar más allá del 23 de octubre, a una semana de la disolución de las Cortes en caso de que no haya investidura. Y si no hay presidente, el camino hacia las terceras elecciones comenzará ya. 

Por encima de los datos del 20-D y el 26-J
Es ahí, en ese escenario, cuando se ponen en marcha las quinielas. Y quien está mejor posicionado, según todas las fuentes consultadas por El Confidencial, es Ángel Gabilondo (San Sebastián, 1949). El independiente, que «no indiferente», comprometido con el PSOE y que fue la apuesta personalísima de Pedro Sánchez para levantar los resultados en la Comunidad de Madrid en las autonómicas de mayo de 2015. El golpe de autoridad del líder, que acabó de cuajo con la carrera política del entonces líder del PSM, Tomás Gómez, fue premiado en las urnas: el exministro de Educación de José Luis Rodríguez Zapatero aguantó la segunda plaza en la región, ganó un escaño respecto a 2011 en una Asamblea más fragmentada y se quedó a un diputado de poder recuperar el Ejecutivo para los socialistas con la compañía de Podemos, con cuyo portavoz, José Manuel López, ha sabido tejer una relación de confianza. 

El exministro gusta por su perfil de independiente y de político no profesional. Ejerce de «hombre de consenso» y ha hecho campaña en toda España

Gabilondo obtuvo un 25,43% de los votos en la Comunidad —un 25,72% en la capital, frente al 15,28% que cosechó el candidato al ayuntamiento, Antonio Miguel Carmona, que se hundió hasta el tercer escalón— en mayo. Siete meses después, la lista a las generales del 20-D encabezada por Sánchez recabó un 17,9%, y quedó cuarta, tras el PP, Podemos y Ciudadanos. Medio año después, en los comicios del 26-J, el secretario general mejoró algo sus datos: 19,62% en Madrid y tercera posición, aventajando a la formación de Albert Rivera. La lectura inevitable es que el plus en los resultados del PSOE lo dio el candidato, Gabilondo.

El exministro logró ganarse a las bases con su perfil de profesor modesto, que escapa de los esquemas del político profesional, que luce una hoja de servicios impecable, un talante negociador y un fino sentido del humor. Desde que pasó a encabezar la oposición en la Asamblea de Madrid, ha viajado por toda España, requerido por las federaciones. Ha hecho campaña en distintas comunidades y la acogida de los militantes y simpatizantes, como recalcan en su entorno, siempre ha sido positiva. Y aunque fue elegido por Sánchez —que le incluyó en sus dos ‘gobiernos del cambio’—, Gabilondo ha cuidado sus relaciones personales con otros mandos del partido, como el ‘president’ valenciano, Ximo Puig, que es quizás uno de los barones más convencidos de que es mejor ir a terceras elecciones con él de candidato antes que facilitar el Gobierno al PP. Así, se ha construido esa imagen de «hombre de consenso» dentro del PSOE, totalmente ajeno a las batallas orgánicas, lo que ha hecho que el partido piense en él para sacarle de apuros en momentos complicados.

Para muchos dirigentes, Gabilondo sería el cabeza de cartel inevitable para una nueva llamada a las urnas. «No solo por sus valores personales, su discurso original, la impresión de no ser un político profesional y todo eso. Su valor añadido es que sería teóricamente aceptable por Pedro y sus seguidores, porque al fin y al cabo él lo trajo», advierte un diputado, en un razonamiento plenamente compartido por muchos de sus compañeros. Los críticos calculan que los sanchistas no podrían poner pegas al exministro porque fue su hombre fetiche desde 2015, y Sánchez lo impuso a dedo, haciendo tabla rasa de las primarias autonómicas en las que únicamente Gómez consiguió los avales. El exministro fue promovido por las asambleas locales, designado por la gestora del PSM y ratificado por la comisión federal de listas. «Es un político magnífico«, certifica una baronesa de indiscutible lealtad a Sánchez. 

 

¿Y las primarias?
En su contra, Gabilondo tendría precisamente el procedimiento: el reglamento federal de primarias estipula, en su artículo 51, que son elegibles como candidatos a La Moncloa los militantes, pero no los independientes. Pero además apenas caben unas elecciones abiertas a afiliados y simpatizantes en tan poco tiempo: el decreto de convocatoria se firmará y publicará el 1 de noviembre, y las listas deberán registrarse entre el 9 y el 14, si se aprueba la reforma de la ley para posibilitar que las generales sean el 18 de diciembre y no el 25. Ya en mayo, el comité federal del PSOE aprobó un calendario exprés de primarias, pero preveía consumir dos semanas completas para elegir al cabeza de cartel. 

Gabilondo podría ser aceptado por Sánchez porque fue su apuesta. En su contra juega que no cabría un proceso de primarias porque no es militante

Javier Fernández advirtió el pasado lunes, en su primera comparecencia como presidente de la gestora, que si hubiera nuevos comicios habría primarias, pero no descartó una «solución de emergencia», que podría pasar por la designación del candidato a través de la comisión de listas y el comité federal.

Gabilondo, insisten en su entorno, quiere estar «al margen de las especulaciones» y seguir centrado en su labor de portavoz de la Asamblea. «No se postula ahora ni lo hará«, subrayan las mismas fuentes. El exministro, no obstante, siempre asegura que quiere mucho a su partido aunque no sea militante, y por eso «está al servicio del PSOE«, convencido de que la formación le ha dado «más» de lo que él ha podido aportar. Por eso suele apelar a la unidad y a no caer en el desánimo. Diputados de la Cámara autonómica que lo conocen bien creen que acabaría aceptando el enorme desafío de la candidatura presidencial si el partido se lo pide. Él, entretanto, guardará silencio y se reservará. 

«Seguridad» y «confianza»
La otra opción contemplada por los dirigentes del PSOE es la de Javier Fernández (Mieres, 1948). Tiene a su favor su veteranía tanto como gestor y como líder político, y su perfil muy respetado dentro del partido. Es un hombre prudente, más acostumbrado a escuchar que oír, al que muchos de sus compañeros aprecian por su «autoridad moral» y su «autenticidad«, por la «confianza» y «seguridad» que desprende. Representa el socialismo clásico, de profundas convicciones, poco dado al ‘marketing’ y a las extravagancias. En el PSOE andaluz la alternativa de Fernández suena casi mejor que la de Gabilondo, precisamente por su perfil y por su actual rol de apagafuegos, informa Isabel Morillo desde Sevilla. En el círculo más cercano del jefe del Ejecutivo asturiano reconocen a este diario que es «muy difícil, pero no imposible» que dé el salto a Madrid, como último acto de servicio al PSOE, y esa alternativa «se está empezando a conjugar». «Puede salir mal y sacar 50 escaños… ¿Pero y si sale bien?», añaden. 

De Fernández se valora su solidez y sus fuertes convicciones. En su círculo reconocen que ser candidato es una opción «muy difícil, no imposible»

En su contra juega precisamente el papel desempeñado en la crisis interna que ha acabado tumbando a Sánchez. Fue uno de los barones que participaron en la rebelión el secretario general, del lado de Susana Díaz. Por eso, para los sanchistas está «chamuscado» y creen que los militantes «no lo aceptarían», en opinión de un líder autonómico. «Además, sería como una vuelta a los ochenta«, opina uno de los miembros de la dirección saliente, para avisar de su perfil poco renovador, presa fácil para un competidor muy fuerte a la izquierda, Podemos. «Es verdad que Javier ha estado en la guerra, pero ha sido prudente en sus declaraiones, y los de Pedro lo bendecirían porque así pueden culparle sin problemas de un mal resultado. Si es Ángel el candidato, se cuidarán más», defienden en el entorno más próximo al jefe de la gestora.

Fernández está de salida de la política. En 2017 cumplirá 69 años y lleva más de cuatro años presidiendo el Principado y 16 al frente de la Federación Socialista Asturiana. Su jubilación lógica sería convertirse en presidente del PSOE cuando sea elegido un nuevo secretario general. O sea, haciendo tándem con la señalada por los barones, Susana Díaz. Pero, como siempre dicen los que lo conocen bien, Fernández es un servidor del partido. «No sería imposible si tiene la garantía de que su relevo en Asturias retiene el Principado, porque no está dispuesto a que el partido pierda la comunidad», advierten fuentes de su entorno. 

Los sanchistas ven a Fernández «chamuscado» por haber participado en la guerra interna. Sus defensores recuerdan su talante discreto y prudente

¿No hay más nombres? Por ahora no, o al menos no tan en cabeza. Eduardo Madina, rival de Sánchez en las primarias de 2014, rechaza la posibilidad de postularse. Patxi López es un dirigente también muy respetado en el PSOE, pero ahora es visto con recelos por el círculo de Díaz. En el partido dicen que «hay banquillo«, pero lo cierto es que no es tan fácil hallar un aspirante al que lanzar para una carrera muy complicada y que ha de ser conocido, pues apenas quedan dos meses para esas hipotéticas terceras elecciones. Otra alternativa sería impulsar a una mujer, pero la eterna candidata, Carme Chacón, ya está muy fuera de la primera línea. 

El PSOE tendrá que ir madurando todas las opciones en apenas 20 días. Pero antes quiere saber a qué está dispuesto a llegar el PP, sin que Rajoy pretenda que Ferraz le regale la investidura. Esa es, al menos, la posición actual. Pero también es verdad que Fernández cree que la «peor» solución de todas es ir a unas nuevas elecciones que solo servirían, a su juicio, para reforzar a los conservadores y achicharrar más aún a los socialistas.