Apurarás tu copa hasta las heces

JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 09/03/14

· «Los separatas del Gobierno autonómico cuentan con un rebaño de indignos»

Conviene tirar de ornamento verbal para entrarle a Mas. Y, por encima de todo, no llevarle nunca la contraria. Ley de hierro. Si se lo topan saliendo de un hotel, de un soliloquio ante empresarios, de una reunión de tacaños anónimos (¿sabían que es un cicatero patológico?), si no pueden evitar el encontronazo, háblen le quedo, con gran serenidad, sin altibajos tonales. Inspírense en un personaje con pipa de Ingmar Bergman. Síganle la corriente al elegido, pero extremen el cuidado en no provocar sospecha. Sé que es difícil, pero tendrán que esforzarse, so pena de vivir sometidos de por vida a los anacletos y a los mortadelos del servicio secreto de mentirijillas con el que básicamente se espían los secesionistas unos a otros, pero que da más juego y le puede caer a usted encima por un quítame allá esas pajas.

Por cierto, quítame allá esas pajas, Puig. Ya me estoy demorando. El espionaje catalán es un juguete completo, juguete Comansi. Los separatas del gobierno autonómico (llámenle así, es lo que hay: gobierno autonómico, gobierno autonómico) cuentan, como todos los gobiernos que en el mundo han sido, con un rebaño de indignos paniaguados, de aduladores con reuma, de lameculos vocacionales, de fabios salidos de Francisco de Medrano y sus prisiones de esperanzas cortesanas, de meritorios hambrientos y de militantes, en fin, más papistas que el Papa. Aunque, ahora que lo pienso, desde Francisco, ¿quién no es hoy más papista que el Papa?

Ornamento aconsejé, y aquí va, por ver si le entra al gran Mas el mensaje final. O sea, por si se la meto doblada. Oh, noble Mas, señor entre señores, discreto entre mudos, apuesto entre musculados mármoles de Buonarroti, oh, estadista que si posara junto a Obama y Putin los iban a tomar por asistentes, oh aquel de la penetrante mirada, oh el ungido por su pueblo inmortal, el excelso, el de los secretos nombres, el increado. ¡Eh, tú!

Que sepas que todo tiene un límite. Que entre tus esclavines feroces, entre tus palanganas, bracea una Montserrat Carulla que acaba de romper la última valla de lo admisible, que acaba de pisar y pisotear la línea que todavía nos estaba separando a los catalanes de liarla en serio. La veterana teatrera, por hacerte un guiño, ha sostenido que los varios millones de catalanes que no nacieron en Cataluña son una especie de ganado humano que Franco metió en trenes para disolver nuestra esencia. Los millones de seres a los que insulta la actriz son compatriotas nuestros. Españoles, catalanes y barceloneses a los que ha rebozado en odio. Qué pasa con el odio, oh líder omnisciente, no puedes ignorarlo. Tírate de la moto, innombrable.

Te regalo un consejo. Así soy. Llama a esa groupie tuya pasada de rosca, esa a la que condecoras con asiduidad; exígele que pida perdón —a poder ser de rodillas— a la media Cataluña sobre la que ha escupido por complacerte. Quizá entonces transijamos, pasemos por encima de este episodio de racismo infecto y simulemos que nadie se ha meado sobre la línea última de la convivencia. Mis amigos llegados de niños a Barcelona no son ganado, mi padre no era ganado. Por eso, sublime, detén definitiva y precisamente esto o se habrá terminado el juego limpio.

Para todos. Por supuesto, semidiós, también para ti, para los testaferros, para las cuentas familiares. Pero eso será el aperitivo. Tu partido será tratado de acuerdo con su ADN: los textos de Jordi Pujol que niegan alma a los andaluces. Toda esa basura que, por las arcadas, y por no remover heces, olvidamos.

JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 09/03/14