Arantza

MAYTE ALCARAZ – ABC – 15/10/15

· Su marcha responde a la pelea con sus poderosos compañeros alaveses y a algo más.

Sentada delante de un café de sobremesa, la política que habla parece hacerlo sobre una balsa de piedra abandonada a la deriva por Génova. El único cabo que la anuda a su partido lo lanzó hace unos meses María Dolores de Cospedal. A ella se siente agradecida. Se sabe sola y rodeada de poderosos enemigos, pero ni pío dice de ellos. Ladran, luego cabalgamos, parece defender con su silencio.

Su relato es, sin embargo, más de fondo, dirigido al desistimiento del PP para escribir el relato del fin del terrorismo de ETA. Arantza Quiroga cree que es un error que su partido y el PSOE hayan dejado al PNV, que tan poco hizo por el fin del terror, que se arrogue el protagonismo del fin de los asesinatos sin que haya un contradiscurso por parte de la dirección nacional; por parte del Gobierno.

La queja parece amarga. Enfatiza que al PP vasco le es muy difícil ganarse un espacio político mientras el nacionalismo oportunista de Íñigo Urkullu pone una vela a Dios y otra al diablo. Es decir, mientras visita La Moncloa y tranquiliza a Rajoy con que no moverá la misma ficha que Cataluña, en el Parlamento Vasco se desgañita insultando al Gobierno, a su presidente y sobre todo ninguneando a los diputados populares y denunciando el estrangulamiento político de la sociedad vasca por parte del Ejecutivo español. Una de cal y otra de arena, dice Quiroga.

La ya expresidenta del PP también denuncia en ese almuerzo que escasea el discurso político, falta reivindicar que los asesinos son derrotados por la sociedad, no por los separatistas. Esa ausencia de pedagogía política ha sido letal para las siglas populares, justifica. Pero también para las socialistas. Tras el fin de ETA, tanto las bases del PP como las del PSOE echan en falta la visualización de que la derrota de los criminales es obra de los ciudadanos y no del PNV.

Pero nadie dice lo contrario. Primero Basagoiti, luego Patxi López y ahora Arantza Quiroga se han marchado tras acusar las «especiales relaciones» que siempre tiene el PNV con el Gobierno de la nación, hoy popular, ayer socialista. Urkullu antepuso a Zapatero al lendakari López como luego, con más razón institucional, repitió con Rajoy respecto a Basagoiti y Quiroga.

Aquella charla cobra valor hoy, horas después de que la dirigente vasca, con sus innegables errores, haya dejado el cargo en el que solo ha resistido año y medio. Suenfrentamiento con alaveses con mando en plaza como el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, o como el vicesecretario sectorial del PP, Javier Maroto, ha sido determinante. Y las crónicas hurgarán también en la moción «confusa» en la que Quiroga compadreaba con los proetarras de Bildu. Sin embargo, siendo estas razones «mediáticas» incontestables, un caldo de cultivo mucho más espeso y de calado político venía cociéndose entre los 5.000 voluntariosos y sufridos afiliados del PP vasco, esquilmados por las urnas.

Lo ocurrido con Arantza Quiroga tiene más que ver, pues, con el fuero que con el huevo.

MAYTE ALCARAZ – ABC – 15/10/15