Arriado de banderas

SANTIAGO GONZÁLEZ, 13/01/13

· Durante los dos meses pasados ha sido apertura de este blog una llamada al manifiesto ‘Con Cataluña, con España’, que un grupo de ciudadanos firmamos y ofrecimos a la opinión pública como una llamada a la cordura a la vista de la actitud cerril e irresponsable del representante ordinario del Estado en la Comunidad Autónoma de Cataluña, Artur Mas y de una parte de la sociedad catalana que se siente por él representada. ‘Hay gente pa tó’, que dijo el Guerra.

Durante dos meses he mirado cada mañana esta banda de Moebius que los creativos de Cyangraf diseñaron para la ocasión, admirándome de que haya gente que considere incompatibles dos banderas rojas y amarillas. “Es que nosotros tenemos más palotes”, por usar el término de Arcadi Espada en su ‘Correo Catalán’ de ayer.

Prof. JunquerasHe releído el manifiesto. Era un amable intento, muy posibilista, de evitar el desastre y el ridículo. Evidentemente, no ha servido para ello, como cabía esperar, pese a la sencillez de su texto. Algo más complejo se escaparía a la capacidad de comprensión del par director de la ópera bufa que se está representando ante nuestros ojos. De los dos, el que piensa, el intelectual es el que pueden ver aquí al lado en el gran retrato que me envía Arcu.

Uno ya partía del pesimismo antropológico, pero le cabía la esperanza de que se sintieran derrotados por el sentido del ridículo, un último baluarte del seny pequeñoburgués, como el de aquel librero religioso de Segovia en un guión de Azcona y Berlanga que no pudo ser. El Concilio Vaticano sorprendió al hombre con un gran stock de misas en latín. Su mujer le convence de que se queme a lo bonzo en lo alto del acueducto. Y el matrimonio cruza la plaza del Azoguejo hacia el lugar del sacrificio. Delante, la mujer, que lleva una tea encendida en la mano. Detrás, el pobre marido, arrastra dos latas de gasolina mientras dice quejumbroso: “Que no puede ser, María, que ya verás como volvemos a hacer el ridículo”.

En la versión catalana el librero es Artur Mas y su señora, Oriol Junqueras, el profesor, su socio y su más peligroso adversario, por decirlo con palabras de una  canción de Sabina, ‘A la orilla de la chimenea”:

su estacion y su tren
su mal y su bien, su pan y su vino
su pecado, su Dios, su asesino…

Lo más grotesco de todo es que Artur camina tan ufano con sus latas, poniendo esa sonrisita esquinada de tío astuto que pone siempre para las fotos desde la Diada. La última frase del quinto punto explicaba bien el por qué del manifiesto: ”… no estamos dispuestos a asistir al fracaso de un orden democrático en el intento de abordar la solución a problemas que solamente pueden verse agravados con el recurso a traumáticos expedientes de ruptura.”

Todos los intentos no han bastado, no ya para restaurar el sentido común, como se pedía a continuación (“Terminamos haciendo apelación a la cordura, la responsabilidad y la prudencia como actitudes indispensables para hacer frente al reto que algunos pretenden plantear a la sociedad española”) sino para hacer que un alto responsable público se comporte con un mínimo de decoro, y de respeto a los ciudadanos y a las instituciones.

Toca arriar las banderas. Lo  que sí conserva, sin embargo, toda su vigencia, en cambio, es la frase final:

“manifestamos nuestra confianza en el marco constitucional y en el Estado de Derecho como terreno idóneo para la búsqueda de soluciones sobre el futuro de España.”

Aclaración final: El artículo 155 de la CE forma parte del marco constitucional y del Estado de Derecho, naturalmente.

SANTIAGO GONZÁLEZ, 13/01/13