Avanzar en la democracia interna de los partidos

EL MUNDO 23/12/16
EDITORIAL

EL PARTIDO POPULAR ha anunciado un paso importante en sus procedimientos de elección del presidente de la formación, que se debatirá en el congreso que se celebrará el próximo mes de febrero. El vicesecretario de Organización, Fernando Martínez-Maillo, presentó el pasado martes un nuevo sistema a dos vueltas que concede un cierto peso a la militancia en la elección de los candidatos, aunque deja en manos de los compromisarios del congreso la decisión final para escoger al nuevo líder del partido.

Así, en un primer momento, los afiliados escogerán al candidato a presidente que quiera presentarse –sólo bastará llevar más de un año en el PP– y a los delegados para el congreso. Después, los que superen el 10% del apoyo de los afiliados pasarán a la segunda vuelta, en la que votan sólo los compromisarios. Quien consiga mayor representación, será el presidente del PP. En caso de que en la primera vuelta uno de los candidatos se distancie mucho del resto –por ejemplo, obtenga más del 50% del favor de los militantes– será proclamado presidente sin necesidad de que voten los compromisarios.

Aunque imperfecto, se trata de un avance en la elección del líder del PP, un proceso clave en la búsqueda de la democracia interna de un partido cuyos presidentes dependían hasta ahora de la decisión del anterior que luego era refrendada en un congreso. La propuesta incluye también que el presidente del partido sea automáticamente el candidato a la presidencia del Gobierno. La actual cúpula popular quiere contentar así al sector del partido que pide un militante, un voto, a la vez que preservar un cierto control del proceso por parte del aparato. Habrá que esperar a febrero para conocer si esta propuesta sale adelante.

Pero es positivo que, incluso las formaciones hasta ahora más cerradas, se planteen la necesidad de una renovación en los procesos de elección de sus cargos directivos y que los abran a los afiliados. A pesar de que la experiencia de la celebración de primarias en España no haya sido demasiado buena, según algunos de sus propios protagonistas. Por ejemplo, no faltan voces en el PSOE que reniegan de ese proceso de elección una vez visto lo sucedido con Pedro Sánchez. Pero vemos casi imposible ya una marcha atrás en la formación socialista porque sería un retroceso en la vida del partido muy difícil de explicar a la ciudadanía. En este sentido, la Gestora que ahora dirige el PSOE debería confirmar la convocatoria de primarias y acelerar la celebración del congreso que elija al nuevo equipo de dirección que normalice cuanto antes la vida del partido.

Consideramos que la democracia interna exige la partipación directa de los militantes en la elección del primer mandatario de una formación política. Y ello exige un proceso limpio y abierto, coordinado por una comisión que necesariamente tiene que ser ajena al aparato para garantizar que todos los candidatos concurren en igualdad de condiciones en la difusión de su programa y en el acceso a toda la información que precisen.

Junto con estos sistemas de elección del líder, la democracia en los partidos pasa por permitir la crítica, allí donde haya que ejercerla. Es cierto que en el momento en que hay una candidatura ganadora tiene el derecho a llevar el partido según su programa, pero ello no supone una laminación de quienes tienen ideas discrepantes.

Estos días asistimos al recrudecimiento de las tensiones internas en Podemos. Pablo Iglesias ha exigido el fin de las corrientes en el partido y ha intentado introducir los cambios para convertir el congreso en una proclamación de su reelección como secretario general. La consulta de ayer a la militancia sobre el sistema de votación en el congreso de febrero, en la que el aparato liderado por Iglesias ganó por un estrecho margen a la corriente de Íñigo Errejón, muestra que no tiene el partido tan amarrado como parece y como da a entender su actitud prepotente contra los disidentes. «Entendimiento» es lo que pidió Errejón a Iglesias tras conocer el resultado de esa consulta.

Ese mismo tic lo hemos visto estos días en Ciudadanos, en cuya reforma estatutaria se contemplan castigos a la disidencia interna suspendiendo de militancia a los disidentes o expulsando del partido a los cargos públicos disconformes. Como decíamos el pasado domingo, son preocupantes esas decisiones regresivas de la democracia interna en partidos que hacen de la regeneración su principal objetivo político.