Aznar primero de Cataluña

ABC 28/08/15
SALVADOR SOSTRES

· La candidatura de Mas llama en su argumentario interno a advertir a los catalanes de que no votar independencia traerá que «la España de Aznar se sienta más fuerte que nunca».

No hay líder que el independentismo catalán haya reivindicado tanto como al expresidente del Gobierno, José María Aznar. Ni Macià ni Pujol. Aznar Primero de Cataluña es el fantasma preferido de todos los agravios, la coartada perfecta para cada incompetencia, la justificación de cualquier tara. Cataluña se mira en el espejo de Aznar con todos sus complejos atormentados.

¿Y qué hizo Aznar contra Cataluña? ¿A quién mandó fusilar? ¿De qué escarnio se le acusa? Aznar no hizo absolutamente nada contra el catalanismo. Gobernó con CiU y tanto cuando no tuvo mayoría (1996) como cuando la tuvo (2000) les ofreció entrar en el Gobierno. Cumplió todos sus compromisos con Pujol, algunos tan significativos como la abolición de la mili o la transferencia a la Generalitat de la recaudación de una parte del IRPF. No tocó ni rozó la inmersión lingüística. Durante sus dos mandatos, la inversión en infraestructuras del Estado en Cataluña fue la más elevada de todos los tiempos hasta entonces, llegando a los niveles del «pacto fiscal» que Mas con tanta vehemencia reclamaba, antes de volverse independentista cuando se lo negaron.

Aznar no aprobó la LOAPA, como hizo Felipe González, un expresidente tan querido por el propio Pujol y por buena parte del catalanismo; ni usó el aparato del Estado para perseguir judicialmente al presidente de la Generalitat, como hizo el PSOE de González con Pujol, al margen de lo justo que fuera –que lo era– procesarle por su gestión al frente de Banca Catalana.

Aznar es una de las ficciones más elaboradas de Cataluña. Una ficción inventada, como no podía ser de otra manera, por Esquerra Republicana. De Aznar a Companys, nadie como ERC sabe crear mitos tan eficaces. En el caso concreto de Aznar, fue Carod-Rovira quien le convirtió en espantapájaros, y con él excitó el miedo atávico de la tribu hasta conseguir que, en 2003, en las primeras elecciones catalanas sin Pujol de candidato, CiU sufriera un severo castigo por haber pactado con el PP y pasara de 56 a 46 diputados, y en cambio ERC mejorara de 12 a 23, en lo que hasta ahora ha sido su mejor marca electoral.

Fue tan apoteósica la respuesta de los catalanes que los socialistas no dudaron en apoderarse del espantajo, y José Zaragoza, entonces secretario de Organización del PSC, preparó para las elecciones generales de 2008 la campaña «Si tú no vas ellos vuelven», con una foto de Aznar bajo esta frase. El PSC obtuvo su más brillante resultado con 1.689.911 votantes.

Pero la consagración de la ficción de Aznar como enemigo público de los catalanes no llegó hasta que, una vez más, la derecha catalana cayó en las trampas de la izquierda, en sus cunetas morales, y en 2006, para frenar la sangría de votos hacia ERC, Mas firmó ante notario que no volvería a pactar con el PP, a pesar de los magníficos beneficios que con su acuerdo cosecharon.

Los soberanistas vuelven a recurrir a su más fiel fantasma por ver si les ayuda a revertir la evidencia de que la independencia no es mayoritaria. De entre todas las ficciones catalanas, Aznar es las más romántica. La intensidad permanece intacta desde hace casi 20 años.