Menos mal que existen individuos como De Juana Chaos para reestablecer el principio de realidad. Él está ahí para recordarnos su condición de asesino sanguinario, su falta de arrepentimiento y su más que probable reincorporación a la banda. Está ahí para recordarnos cómo es ETA por debajo de las treguas y los petardos de baja intensidad.
¿Qué cabía esperar del escorpión? Lo que está en su naturaleza, que pique. Descuiden, no voy a redondear la crónica entomofágica del otro día con una receta nueva de escorpión a las finas hierbas, porque ETA de fina no tiene nada. Por mucho que quiera parecerlo. Su declaración de que no atentará contra cargos electos del PP y del PSOE deja la puerta abierta a que atente 1) contra quien no sea cargo electo, aunque sea del PP y del PSOE, 2) contra los cargos electos que no sean del PP o del PSOE, y 3) contra quienes no tienen nada que ver con cargos políticos electos: ertzainas, policías, guardia civiles, jueces, periodistas, empresarios, etc., etc. O sea. En un comunicado anterior ETA dejaba bien clara su voluntad de seguir luchando, léase, atentando, y justificaba su necesidad de luchar en dos pilares: a) no se le ha dado la palabra a Euskal Herria (entiéndase no se le ha concedido la independencia) y b) el enemigo, es decir, quienes no somos ETA, estaríamos apretándole las clavijas a través del Estado de Derecho. Pero lo verdaderamente importante es que así como el comunicado dejaba meridianamente claro que seguirá con las armas, deja en la más etérea de las indefiniciones la voluntad expresada de conseguir la paz o, dicho en los términos exactos del documento etarra, de «involucrarse totalmente» en un proceso de paz. No voy a repetir que ETA jamás acudirá a negociar previa entrega de las armas puesto que son las armas la que le hacen ser lo que es (y poder), y si eso es así y no está dispuesta a declarar tregua alguna -le resultan tan costosas que recurre a pseudo-treguas sectoriales-, ¿cómo piensa involucrarse en un proceso de paz? Porque el otro lado de la mesa ya ha declarado que no aceptará conversar sin entrega previa de las armas y que no hará ninguna concesión política a cambio del cese de la lucha armada, sí, el Gobierno lo ha declarado varias veces pero no está de más recordarle lo que ha dicho, como le recordaban aquellos esclavos al emperador su condición de individuo corriente susurrándoselo cada noche en la almohada.
Da, pues, la impresión de que ETA quiere involucrarse en un proceso de paz retórico, vamos que adopta una estrategia destinada a caer bien a la gente -sobre todo a la suya- fingiendo que es ella la que tiende la mano -pero sin quitarse la pistola- y son otros -los malos- los que desean cortársela. Nada nuevo, pues, bajo el sol, antes bien pura repetición, puro señuelo que no se debería tomar en serio y menos para sacar talante, digo pecho, invocando un inminente fin de ETA incluso en las mesas. Menos mal que existen individuos como De Juana Chaos para reestablecer el principio de realidad. No voy a referirme al hecho de que haya pasado 0,74 años de cárcel por asesinado, o a que existiera un Código que podía castigar con 3.000 años y descontara pena no sobre los 3.000 sino sobre 30 (cosa que Batasuna nunca ha subrayado prefiriendo destacar lo mal que les iba a los presos), tampoco quiero mencionar el hecho de que el Gobierno vasco -en funciones- no entienda que a lo mejor no hay que dejarle salir de la cárcel pero no por aquello por lo que ya ha cumplido sino por lo que haya podido cometer después, no, De Juana Chaos está ahí para recordarnos su condición de asesino sanguinario, su falta de arrepentimiento y su más que probable reincorporación a la banda (si es que alguna vez ha dejado de pertenecer a ella), en una palabra, De Juana Chaos está ahí para recordarnos cómo es ETA por debajo de las treguas y los petardos de baja intensidad. De Juana crea alarma social y lo mejor que podría ocurrir es que se le pudiera probar que ha delinquido mientras estaba en la cárcel, porque hablar de reinserción en su caso suena a broma siniestra. Pero hay otros Chaos y escorpiones dentro y fuera de la cárcel, y frente al caos lo mejor es permanecer vigilante y no darle ocasión para que festeje como victorias las propias debilidades, ah, ni dejarle tampoco ninguna esperanza (armada).
Javier Mina, EL PAÍS/PAÍS VASCO, 20/6/2005