Cuando en septiembre de 2009 salió de la cárcel, tras dos años en prisión preventiva como dirigente de Batasuna, Rufi Etxeberria (Oyarzun, 1959) pretendía retirarse de la primera línea y dedicarse a su familia. Pero Arnaldo Otegi y Rafael Díez Usabiaga le convencieron para que siguiera al frente de la izquierda abertzale.
Etxeberria, dirigente de Batasuna desde 1988, estaba harto por el fracaso de las treguas de 1998 y 2004. Aceptó con una condición: que la apuesta por el fin de la violencia fuera definitiva. Al mes, Otegi fue encarcelado. Desde entonces Etxeberria lidera el proceso de cambio en Batasuna sobre el que habló con EL PAÍS el jueves, en San Sebastián.
Pregunta. La izquierda abertzale proclama su rechazo a la violencia. Si la banda terrorista ETA atenta ¿qué hará?
Respuesta. No contemplamos un rebrote de la acción armada de ETA. Si se diera, la izquierda abertzale ha adoptado la decisión irreversible de que la estrategia independentista es incompatible con la lucha armada. Es más, en el último debate se decidió que la estrategia político-militar debe derivar exclusivamente en estrategia política. La izquierda abertzale rechazaría una acción armada de ETA.
P. ¿Por qué no una condena ya?
R. La cuestión fundamental es la posición política y no las palabras. Y la posición política es que cualquier estrategia que no se atenga a las vías políticas y democráticas queda fuera de la nueva estrategia de la izquierda abertzale, con lo que un atentado sería motivo de rechazo. Ese es el planteamiento más allá de las cuestiones terminológicas.
P. ¿Por qué la izquierda abertzale ha justificado la violencia de ETA durante tanto tiempo?
R. La izquierda abertzale ha hecho una lectura histórica y ha valorado la existencia de violencias múltiples. Existe un conflicto de naturaleza política y lo ha encarado desde la búsqueda de un acuerdo dialogado. No hemos desarrollado una política de justificación. Y ahora se dan nuevas condiciones para que ese conflicto se supere para siempre.
P. ¿La violencia tiene futuro?
R. La estrategia de la izquierda abertzale va a pivotar sobre bases políticas y democráticas.
P. El comunicado de la banda terrorista ETA del 10 de enero no cubrió las expectativas de la inmensa mayoría de los partidos al no plantear la retirada unilateral y sin condiciones.
R. Para la izquierda abertzale, la decisión de ETA es histórica. No tiene precedentes. El comunicado plantea un alto el fuego permanente, verificable, general y unilateral. General es una importante novedad porque afecta a todos los campos de intervención de ETA, incluido el impuesto revolucionario. Abre una situación política que no debe ser gestionada con planteamientos inmovilistas.
P. En el último párrafo dice que seguirá en su lucha hasta lograr sus objetivos políticos. Se deduce que condiciona su retirada al logro de sus metas políticas.
R. La decisión de ETA de cesar es unilateral, motu proprio. No responde a un acuerdo previo con el Gobierno, como en otros procesos. Y entiendo que ETA no pone condiciones. Fija el carácter de la tregua y plantea cómo cree que puede darse la resolución del conflicto. Pero no con la intención de tutelar. Plantea que el conflicto tiene que resolver tanto sus causas como sus consecuencias.
P. ¿No cree que eso es tutelar?
R. Para resolver las causas, el conflicto político, ETA se sitúa fuera y señala que los actores son partidos y agentes sociales. Su única demanda es que ella y el Gobierno tienen que respetar las resoluciones de los partidos sobre las causas del conflicto. ETA sí se reserva un papel en las consecuencias del conflicto, en la solución para los presos y el desmantelamiento de las estructuras militares, que tiene que abordar con el Gobierno de modo dialogado. Eso no es tutela.
P. ¿No cree que ETA debería anunciar el cese definitivo y delegar los asuntos en exclusiva en la izquierda abertzale?
R. Entiendo que el planteamiento es ese y no otro. No veo tutela en ello. Es más, la izquierda abertzale tampoco acepta ninguna tutela de ETA en la búsqueda de las salidas de las causas políticas del conflicto. Insisto en que ETA tiene que ser sujeto activo en la resolución de las consecuencias porque le afecta directamente. Nada más.
P. Mucha gente piensa que ETA no abandonará sin lograr sus objetivos políticos.
R. La parte referida a las consecuencias, a los presos, que le compete, no debe condicionar la parte referida a las causas ni en su desarrollo ni en su cierre. La desaparición de la lucha armada no la ligamos a un acuerdo político resolutivo. La entroncamos al ámbito de las consecuencias. Por eso, creo que no hay tutela.
P. El CNI asegura que ETA ha decidido mantener su estrategia militar en una asamblea celebrada entre octubre y noviembre.
R. Nosotros nos atenemos a las resoluciones de ETA, del 9 de septiembre al 10 de enero, en las que adoptó un compromiso nítido por superar el conflicto armado y que se adaptan a las de la izquierda abertzale. Nos reafirman que estamos en un proceso irreversible, de superación definitiva de la vertiente armada y del conflicto político.
P. ¿Hay unanimidad en ETA?
R. No disponemos de datos internos. Nos guiamos por lo que publica. ETA se ha tomado sus tiempos. Sigue como guía básica las resoluciones de la izquierda abertzale. Entroncamos las decisiones de ETA en esas resoluciones. No entramos en conjeturas sobre mayorías y minorías. ETA adopta decisiones inequívocas en superar y cerrar una situación de violencia y de buscar una salida al conflicto.
P. ¿Descarta una escisión?
R. No la contemplamos. Insisto en que solo juzgamos las resoluciones de ETA y los pasos que está dando. Los indicadores no apuntan a una escisión. Nos invitan a un escenario de resolución de la lucha armada.
P. ¿Es un proceso irreversible? ¿No habrá más muertos?
R. La lectura de los compromisos de ETA refuerza la idea de un proceso irreversible de superación de la lucha armada.
P. ¿Cuándo llegaron a la conclusión de rechazar la violencia?
R. En el proceso de Lizarra, en 1998, se inició un debate sobre la realidad del marco actual, el papel de la izquierda abertzale. En 1998 y en 2004 no se abordó lo estratégico porque había un proceso negociador que pensábamos que nos iba a llevar al final del conflicto político. Al no lograrlo, en 2009 heredamos aquel debate y llegamos a esas conclusiones
P. ¿Cómo creerles, tras la ruptura de tantas treguas?
R. Es verdad que existe escepticismo sobre si esta apuesta va a ser la definitiva. Pero hemos adoptado un compromiso con la sociedad vasca, con la opinión pública española e internacional, para alcanzar una salida definitiva. Vamos a hacer un esfuerzo ímprobo y sin fin. No vamos a desistir independientemente de los avatares.
P. ¿Que le diría a ETA si la tuviera enfrente?
R. Haría una valoración muy positiva de los compromisos que ha adoptado. Y le pediría que los lleve hasta el final.
P. ¿ETA está dispuesta a un fin sin contrapartidas políticas?
R. ETA no tiene afán de interferir en las cuestiones políticas. Solo dice que hay una negación del derecho de autodeterminación y que se tiene que resolver. Pero no se ofrece como sujeto para acordar una salida.
P. ¿Es importante la resistencia de Ekin a sus propuestas?
R. La izquierda abertzale abrió el debate a toda la militancia y ha asumido decisiones para todos.
P. ¿Su decisión de rechazar la violencia obliga a ETA?
R. Tuvimos un debate de la base, participaron 7.000 personas, y sus decisiones vinculan a todas las organizaciones, incluida ETA.
P. La sentencia del Tribunal de Estrasburgo concluye que Batasuna es ETA. El Ministerio del Interior dice que para que su decisión de rechazo de la violencia sea creíble tienen que romper con ETA o convencerla de que desaparezca.
R. Esa sentencia se produjo en un contexto de presiones políticas de Estado. La izquierda abertzale debe ser legal porque nuestros principios actuales son tan democráticos como los de los demás y mantienen una postura clara frente a la violencia.
P. Muchos creen que asistimos a una maniobra para entrar en las instituciones sin pagar precio.
R. Nuestras decisiones obedecen a un análisis profundo. No se dan esos pasos para recuperar una legalidad perdida. Son para cambiar una situación.
P. ¿No cree que, al no haber una clara condena de ETA, los tribunales no les van a legalizar?
R. La izquierda abertzale ha superado la prueba del Tribunal de Estrasburgo al adoptar una resolución clara e irreversible de rechazo de la violencia.
P. ¿Y si no logran su objetivo?
R. Nuestra estrategia no responde a la coyuntura política sino a un análisis más profundo. Si quedáramos en la ilegalidad no conllevaría un cambio de estrategia. Pero no contemplamos un escenario de ilegalización. Antes de 15 días presentaremos en el registro de Interior una nueva marca política para su legalización. Esa demanda está sujeta a un nuevo ciclo político, marcando un punto de inflexión en su historia.
P. ¿Cómo se recogerá el rechazo a la violencia en los estatutos?
R. No va generar ninguna duda ni vacío. Se van cumplir todos los requisitos legales.
P. Si no logran pasar la prueba de los estatutos, ¿tienen plan B?
R. No contemplamos un escenario de ilegalización. Esa situación no solo compete a la izquierda abertzale, que va a interpelar a todos los agentes democráticos. La Ley de Partidos es el pasado.
P. ¿El colectivo de presos apoya este rechazo a la violencia?
R. Una reciente declaración del colectivo hace causa común con nuestras resoluciones y pide que se llegue hasta el final.
P. ¿Qué opina de las reinserciones individuales de presos?
R. Respetamos las decisiones individuales, pero es una estrategia que no ha logrado su objetivo. Los presos son un activo que debe estar presente en la resolución del conflicto.
P. ¿Qué significa tregua verificable para ustedes?
R. Que ETA adopta un compromiso para que los Estados supervisen su compromiso y una comisión analice su sinceridad.
P. ¿Quiénes deben formar parte de esa comisión?
R. Lo ideal es que hubiera una comisión internacional aceptada por los Estados español y francés y por ETA y sin interferencias.
P. El Ministerio del Interior ha dicho que la verificación la harán las Fuerzas de Seguridad.
R. Es una actitud defensiva. Teme que ETA cumpla sus compromisos mientras ellos ocultan que hay otras realidades de violencia, como la política penitenciaria.
P. ¿Qué les diría a las víctimas para que confíen en su palabra?
R. Respetamos su dolor. Nuestra demostración más clara de respeto es nuestra contribución política para que no exista absolutamente ninguna víctima más en el país, que no existan más manifestaciones de la violencia.
P. ¿Cuál es su hoja de ruta?
R. Está trazada en el acuerdo de Gernika suscrito por la izquierda abertzale, Aralar y Eusko Alkartasuna en septiembre. Hay una demanda a ETA y otra al Estado. Se tiene que abrir un escenario de paz y normalización democrática en ausencia de violencia y con garantías. Una de las demandas es la legalización, y después cambios de política penitenciaria.
P. España entra en una etapa de elecciones. ¿No cree que es el escenario más inadecuado?
R. Siempre hay unas elecciones u otras y no pueden ser óbice para no encarar un problema que se sitúa por encima de los avatares electorales. Tenemos una posición abierta con el PSOE y el PP.
EL PAÍS, 30/1/2011