EDITORIAL – EL MUNDO – 21/07/15
· El tratamiento de «lehendakari» con el que el portavoz de Geroa Bai obsequió ayer a Uxue Barkos tras el discurso de investidura de ésta revela con nitidez el concepción estratégica que mueve al nuevo Gobierno foral. El objetivo de euskaldunizar Navarra intensificando el euskera en la Administración y privilegiando a los medios de comunicación que potencien el uso de esta lengua y, sobre todo, el acuerdo entre Barkos y EH Bildu para repartirse el poder local permiten otear un Ejecutivo que puede generar hondas tensiones sociales.
Navarra es un territorio histórico marcado por la pluralidad y la personalidad propia. Barkos reconoció ayer en su discurso de investidura que será una jefa de Gobierno «abertzale» en una comunidad en la que la mayoría de su población no lo es. El diagnóstico es acertado. Ahora falta que actúe con altura de miras, lo que pasa por evitar el propósito de Bildu de anteponer el perfil euskaldún y diluir el mosaico diverso que conforma el tejido social navarro.
Barkos fue investida ayer presidenta de Navarra con los votos de Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezquerra. Un cuatripartito heterogéneo e inédito en la comunidad foral que delimita un Ejecutivo marcado por el nacionalismo y la izquierda radical. El portavoz abertzale, Adolfo Araiz, exigió ayer «lealtad» a Barkos para no desviarse del carril vasquista. Su discurso fue toda una exhibición de fuerza. Convertir Navarra en un laboratorio nacionalista es ya un empeño indisimulado para el partido que dirigirá las consejerías de Justicia e Interior –cuya futura responsable, María José Beaumont, es una abogada próxima a Bildu– y la de Administración Local.
Esto permitirá a Bildu controlar la Policía Foral y el aparato judicial, además de ejercer un influjo considerable y un contacto directo con los ayuntamientos. Que la Policía Nacional haya decidido dejar de colaborar con las fuerzas de seguridad navarra preludia un tiempo de fricciones en un escenario del que ETA aún no ha desaparecido definitivamente.
Solapado por los diferentes gobiernos socialistas y de UPN, el nuevo Ejecutivo tendrá también la posibilidad de activar el procedimiento para incorporar Navarra al País Vasco, contemplado en la disposición transitoria cuarta de la Constitución. Una medida así caería como una bomba de relojería en un contexto marcado por el desafío secesionista en Cataluña. Y, si bien Barkos no hizo mención a ello en su discurso, el portavoz de su partido habló de dar pasos «por la libertad» de Navarra. Los preocupantes derroteros por los que ya transita Barkos, lejos de fomentar una pretendida pluralidad, abonan el sectarismo y una visión reduccionista de la sociedad navarra.
EDITORIAL – EL MUNDO – 21/07/15