EL CORREO 17/03/15
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
Dentro de la ola de revisionismo de nuestra historia democrática se ha puesto de moda criticar a lo que se está llamando de forma despectiva el ‘régimen del 78’ y denunciar el bipartidismo que ha dominado la política española en esta etapa. El supuesto ‘régimen del 78’ no es sino el modelo constitucional actual, fruto del pacto entre diferentes, que ha proporcionado un marco democrático equiparable a cualquier otro del entorno europeo y que ha asentado un sistema de libertades y de estabilidad política.
Como todo modelo constitucional, el de 1978 puede ser modificado, perfeccionado e, incluso, puede ser empeorado, pero plantear un cuestionamiento frontal, como están haciendo algunos, es sólo un ejercicio de toreo de salón. Quienes redactaron la Constitución tuvieron que lidiar con toros de verdad en la arena política de los años difíciles de la transición y resolvieron la cuestión de forma satisfactoria alcanzando un pacto para la convivencia aplaudido internacionalmente y ratificado dentro por la mayoría del pueblo español.
La segunda pata del revisionismo rampante de hoy en día es la denuncia del bipartidismo, del predominio que los dos grandes partidos nacionales, el PSOE y el PP, han tenido en este tiempo. Es una obviedad que socialistas y populares han sido los ejes principales de la acción política y del gobierno de España desde el restablecimiento de la democracia, pero su predominio no ha sido tan absoluto como a esos mismos partidos les hubiera gustado. De las once elecciones generales que se contabilizan desde 1977, sólo en cuatro ha habido mayoría absoluta, dos del PSOE y otras dos del PP. En las demás, estos partidos han tenido que buscar pactos con otras fuerzas políticas para poder tener el necesario respaldo parlamentario para gobernar.
El bipartidismo, por tanto, ha tenido sus límites y ha estado condicionado por grupos minoritarios, entre los que han destacado los nacionalistas catalanes y vascos, CIU y el PNV, por sus frecuentes acuerdos tanto con el PSOE como con el PP.
Se critica un sistema político que ha permitido que tres partidos (UCD, PSOE y PP) se hayan turnado en el Gobierno de España, en el que no ha habido coaliciones con presencia de otras formaciones, aunque sí pactos parlamentarios. Si eso es reprochable, ¿qué habría que decir entonces del País Vasco donde el mismo partido ha estado al frente del gobierno durante 31 de los 35 años de autonomía? ¿O de Suecia, gobernada durante décadas por los socialdemócratas?
El bipartidismo no es por sí mismo un problema para el país, ni para la democracia. Es un fenómeno normal en muchas democracias. Alemania, por ejemplo, en los últimos 66 años ha tenido cinco cancilleres de la CDU y tres del SPD que han gobernado unas veces en solitario y otras con pactos con partidos bisagra. Los únicos que tienen problemas con el bipartidismo son aquellas formaciones que quieren sustituir a las grupos mayoritarios, pero eso es un asunto de interés partidista, no un problema del Estado.