Cristian Campos-El Español

 

¿Se comería usted una pechuga de carne de pollo cultivada en un laboratorio?

Dicen que su sabor es indistinguible del real y que su precio, que ahora ronda los 25 euros por filete, bajará hasta igualar el de una pechuga de pollo real. Las produce la compañía americana Just Eat y fueron servidas por primera vez al público el pasado mes de diciembre, en el restaurante 1880 de Singapur, después de que la agencia de seguridad alimentaria del país aprobara su comercialización.

Las fotos de promoción difundidas por Just Eat muestran unas pechugas de pollo impolutas, sin un solo gramo de grasa, ni venas sanguinolentas, ni la más leve imperfección fruto de una fritanga apresurada. Es una pechuga, en fin, que podría protagonizar la portada del Sports Illustrated. O a la que le comprarías un coche usado.

La de Just Eat es carne de pollo cultivada, aunque también la hay de ternera, de cerdo o de langosta. Se produce a partir de células extraidas de pollos reales. Esas células son luego incubadas con aminoácidos, carbohidratos, minerales, grasas y vitaminas, los ingredientes de la carne real, hasta generar una pechuga de pollo sin pollo.

Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran paso para los pollos.

Según la revista Spectator, Just Eat, una de las 30 compañías que operan en todo el mundo con carne cultivada, ha recibido en las últimas semanas 200 millones de dólares en inversiones. Su valor estimado supera ya los mil millones de dólares. Entre los más entusiastas defensores de la que ya se ha bautizado como era de transición de la proteína se encuentra Bill Gates.

La primera hamburguesa de carne cultivada costó en su momento casi 300.000 euros. Nadie sabe cuándo será posible fabricar carne cultivada en cantidades suficientes para su comercialización masiva a precios razonables, pero la industria cree que ocurrirá antes de 2030. Se prevé un negocio de miles de millones de dólares al año.

A la rentabilidad, dicen, se añadirán beneficios de todo tipo: menos impacto ecológico, nulo impacto animal y, sobre todo, superioridad moral a cubos. La unión perfecta entre el capitalismo y una religión que ya veremos cómo gestiona eso de la creación de carne artificial por parte de los comerciantes del templo.

Los aguafiestas pensamos más bien en por dónde degenerará todo esto. Porque si de algo estoy seguro es de que degenerará. También la llegada de internet iba a resultar en una sociedad nueva, más democrática, más racional y más informada.

Y lo que tenemos, en cambio, son unas redes sociales gestionadas por discapacitados sociales y cuyo motor son algunos de los peores instintos del ser humano: el narcisismo, el egocentrismo, el mesianismo, el borreguismo y el acoso, por mencionar sólo los primeros cinco que me vienen a la cabeza.

Que de ese magma de taras surja luego algo parecido a una utilidad individual para algunos de los usuarios no tiene nada de particular. Cualquier ágora en la que se reunan millones de seres humanos en libertad, y el capitalismo es un ejemplo de libro de ello, generará con el tiempo un orden espontáneo que llevará a la prosperidad de la mayoría. Eliminemos el factor libertad de esa ecuación y tendremos un vertedero moral que llevará a la ruina de todos, excepción hecha de las clases dirigentes.

Dicho de otra manera: es el egoísmo en libertad lo que hace que el capitalismo funcione y la bondad impuesta lo que hace que el socialismo fracase.

Yo apuesto por la más morbosa de las derivadas. Si se puede crear carne cultivada a partir de las células de cualquier animal, ¿por qué no de animales extintos? Carne de tiranosaurio, por ejemplo. No crean que andamos tan lejos.

O carne humana. Ahí quiero ver yo a ese progresismo occidental que sueña con un futuro sin carne (animal) y que se puede topar con un mercado negro similar al del narcotráfico para la carne cultivada humana. Incluso con precios astronómicos para filetes cultivados a partir de células de seres humanos concretos. ¿Cuánto pagaría usted por comerse un filete de Brad Pitt?

Y sé lo que está pensando, querido lector: Rusia.

¿Nos jugamos algo a que la señal de estatus para el socialismo del futuro no será el chalet con piscina en Galapagar sino un buen solomillo de carne humana? Sólo hay que conocer el paño para saber cómo acabará todo esto:»¿Y quién dice que un socialista no puede comerse un buen entrecotte de carne humana? ¿Es que sólo pueden disfrutar del canibalismo en el barrio de Salamanca?».