IÑAKI EZKERRA-El Correo

  • Queda confirmado que las elecciones vascas eran un serio riesgo para la salud

El primer rebrote de coronavirus de lo que ahora llaman la segunda ola fue detectado en el País Vasco el pasado 18 de julio, sólo seis días después de las elecciones autonómicas del 12-J. No es una opinión subjetiva, sino un hecho contrastable que publicó este mismo diario el día 27 de ese mismo mes con un ilustrativo gráfico. Teniendo en cuenta que el período de incubación medio de la enfermedad es de cinco días, la conclusión obvia coincide con lo que ya sabía, antes de esa fecha, cualquiera que tuviera sentido común aunque no supiera nada de incubaciones: que esas elecciones suponían un grave riesgo. De este modo, hace bien el lehendakari Urkullu en apelar ahora al sentido de la responsabilidad de la ciudadanía vasca, pero habría hecho mejor en aplicarse el cuento cuando, después de verse forzado a descartar para esos comicios la fecha inicial del 5 de abril, dio por buena la de julio, que era igual de prematura en una comunidad de un densidad demográfica cuatro veces superior a la gallega.

La verdad es que en el tratamiento de esta crisis sanitaria no se salva ningún Gobierno, ni el de Sánchez ni los autonómicos. Al binomio de laxitud y severidad que ha caracterizado la gestión del primero se suma ahora otro binomio, igualmente desastroso, de desconocimiento y multiplicación de las medidas preventivas, que caracteriza la gestión de todos ellos. Cuanto menos saben del Covid, más serios se ponen y más nos imponen. Como el peor maestro que disimula su ignorancia y su inseguridad con regañinas y castigos a los alumnos. Si al menos tuvieran unas cabezas lógicas que acudieran en su socorro y compensaran su desinformación, habrían empezado la casa terapéutica por los cimientos; o sea, con esos test que, a seis meses de declarada la peste, siguen sin ser masivos y que deberían ser obligatorios. Pero no, es mejor hablar de todo menos de esos test. Es mejor prohibirlo todo. Ahora uno no puede fumar ni en las terrazas, aunque esté solo y desarrollando una actividad tan peligrosa como leer el periódico; como contemplar ese gráfico que publicó este diario quince días después de ese 12-J que fue todo un 8-M a la vasca. En esa página sobresalía hasta tocar el techo del diagrama un pico que doblaba a los anteriores y que es el que inauguró la dinámica posterior y presente de recrudecimiento de los contagios.

Sí. De los brotes verdes que sólo veía Zapatero durante la crisis económica hemos pasado a estos rebrotes negros de la crisis sanitaria que todos veíamos venir menos nuestros gobernantes, y de los que ahora echan la culpa hasta a los niños, convertidos en arma letal sin precedentes cuando soplan las velas de la tarta del cumpleaños.