Calla, ergo

ARCADI ESPADA, EL MUNDO – 26/02/15

· El presidente Rajoy acudirá a las próximas elecciones generales con un gravísimo problema político entre las manos: la tácita, o incluso explícita, declaración de independencia de Cataluña, como resultado de la mayoría nacionalista en las elecciones anunciadas para el 27 de septiembre. No se sabe aún la fecha exacta de las elecciones generales, pero no es probable que se celebren antes de noviembre ni después del 15 de diciembre. Los nacionalistas quizá ganen esas elecciones con dificultades, pero es difícil que las pierdan.

Es puramente delirante que pretendan romper un Estado con su insignificante mayoría; pero desde hace tres años los nacionalistas catalanes viven en el delirio. El otoño, sobre el que planea además la querella contra el presidente Mas, va a traer graves problemas políticos. A la mayoría parlamentaria saliente y a la entrante. Los nacionalistas no van a llevar a cabo su propósito. Les falta, sin embargo, tocar fondo. Es indiscutible que la cosa acabará; pero no acabará así.

El presidente del Gobierno apenas dedicó al asunto un par de palabras desganadas en el Debate de la Nación. Eludiré por piedad las que pronunció su sobrero Hernando. Hasta cierto punto es comprensible que en su anual balance político el presidente eluda su mayor fracaso, que ha sido la gestión de la flagrante desobediencia del gobierno catalán que se produjo el 9 de noviembre. Una gestión que tan bien refleja, por otra parte, sus dificultades globales con la política en sí. Pero la sorpresa desmoralizante fue que tampoco el joven Sánchez pronunciara acerca del asunto una sola palabra de reproche. Y que no fuera más allá, en su propuesta de reforma constitucional, de los cansinos balbuceos federalizantes de su partido y allegados.

El receso del debate secesionista es obvio, en términos de share: hay fatiga y no está pasando nada; y, además, los líderes españoles aceptan con naturalidad escalofriante el llamativo sometimiento de la política a la actualidad. Pero la actualidad no es la única ni la más inquietante razón de la actitud elusiva del presidente del Gobierno. Sobre los silencios de Rajoy deben de haberse ya escrito varias tesis doctorales. Hasta el 9 de noviembre se habló de él así, y con la boca abierta: «Calla, porque sabe lo que hace». Hoy se dice, mascullando: «Calla, porque no sabe lo que hacer». Algún docto amable debe susurrarle al presidente que el prestigio del silencio se le ha acabado para siempre.

ARCADI ESPADA, EL MUNDO – 26/02/15