Cartitas

IGNACIO CAMACHO – ABC – 07/09/15

· La carta de Mas es la obra de un vulgar pendolista, un mecanógrafo inflamado de volkergeist y de destino manifiesto.

Si la matraca catalana se va a extender definitivamente al género epistolar más vale que los líderes contraten amanuenses de cierta enjundia. La carta de González a los catalonicenses contenía sensatez y sentido de la oportunidad, aunque luego su autor se desdijese por presiones o por remordimientos, pero carecía de la relevancia semántica y el magnetismo verbal que le diesen vuelo histórico. La de Duran Lleida era como su autor: acuosa y prescindible. Y la de ayer de Mas y sus compañeros de aventura resultaba un simple insulto a la inteligencia, al estilo y hasta a la sintaxis. Es la obra de un vulgar pendolista inflamado de volkergeist, un mecanógrafo sin más luces que la zafia retórica del destino manifiesto. Para esto más vale que los candidatos se sigan expresando en Twitter; al menos nos ahorran lecturas mediocres y a ellos no se les desfonda su exiguo talento.

Este furor epistolar, de todos modos, no es otra cosa que la prolongación en otro formato de los argumentarios de campaña. Mientras los firmantes sean políticos el debate va a seguir encapsulado en el alicorto lenguaje electoralista. El verdadero problema consiste en que la sociedad civil no da el paso, no se retrata, atrincherada en un mutismo evasivo y clandestino. Sí sabe pero no contesta, como demuestra la pusilanimidad del empresariado ante la encuesta de este periódico invitándolo a un pronunciamiento taxativo. Silencio. Un apocamiento encogido y medroso que demuestra dos cosas: la primera el clima intimidatorio que ha impuesto la hegemonía del soberanismo y la segunda que acaso se merezcan la independencia quienes estando en contra carecen de coraje para rechazarla en voz alta.

Porque esos sectores biempensantes que durante años han echado en falta una mayor implicación del liderazgo nacional en la cuestión catalana carecen ya de excusas para no involucrarse en defensa de su propio futuro. Sobra la queja sobre la endogamia política cuando faltan arrestos para abrir el debate civil propio de una sociedad abierta. A diferencia del País Vasco en los años duros, en Cataluña no existe riesgo físico para la disidencia; lo que tampoco hay es arresto moral. Así se ha ido imponiendo el secesionismo con un marco mental de pensamiento único ante el que el rasgo de resistencia más bravo ha sido la equidistancia, a menudo protegida por la falsa coartada de la «fábrica de independentistas». Como si el independentismo necesitase de otra máquina que la que él mismo maneja con el motor de la propaganda a todo trapo.

Qué pocas cartas de ciudadanos publican los periódicos en defensa de la convivencia y la unidad. Qué poca resistencia se opone en las redes sociales a la dominancia soberanista. Ése epistolario ausente es el imprescindible en esta hora: el de una parte de la sociedad desperezada de su encogimiento para escribirle a su propia conciencia adormecida.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 07/09/15