Cataluña en el caos

ABC 04/01/16
EDITORIAL

· Cataluña está más lejos que nunca de su independencia porque los independentistas han demostrado su vena fratricida y su incapacidad para dirigir un Estado moderno

LA CUP dejó claro ayer que lo que no funciona en Cataluña es el nacionalismo, no la Constitución. El llamado «proceso de desconexión» se está llevando por delante las estructuras tradicionales nacionalistas para dar paso al liderazgo de un grupo anarquista, anticapitalista y antediluviano. Primero se rompió la coalición antaño hegemónica en Cataluña formada por Convergencia Democrática y Unión Democrática. Luego, la radicalización de Convergencia hizo mayores de edad a los asamblearios de la CUP y estos han coronado su éxito haciendo fracasar la candidatura de Artur Mas a la presidencia de la Generalitat. Nunca tan pocos hicieron tanto daño a tantos. Con la negativa de la CUP a investir a Mas, Cataluña deberá celebrar en marzo nuevas elecciones, salvo que Junts pel Sí ofrezca in extremis la cabeza del honorable en funciones y proponga a los anarquistas de Antonio Baños otro candidato. En realidad, la CUP saldrá ganando en todo caso, porque si Junts pel Sí mantiene a Mas lo hará en contra de una amplia mayoría de la opinión pública que ve al presidente en funciones como un lastre, más aún después de su fracaso electoral el 20-D. Y si cae Mas, la CUP habrá demostrado su fortaleza al frente del separatismo, porque, en gran medida, lo que ha sucedido estos meses en Cataluña no es más que un duelo entre nacionalistas para ver quién lidera el «proceso». No es tanto una cuestión de mayorías como de capacidad de movilización e influencia, que es en lo que la CUP ha batido a Artur Mas.

Al final se ha cumplido la máxima de que los procesos de ruptura ilegal acaban en manos de los más extremistas y radicales. La parafernalia leguleya y falsa que articuló Artur Mas con el 9-N, el Consejo Asesor para la Transición Nacional y las resoluciones parlamentarias no han podido dar a su proceso independentista ninguna apariencia respetable de iniciativa democrática, legal y burguesa. El punto de inflexión lo han puesto unos sesenta anarquistas que se han subido a lomos de Mas para sumar al independentismo un proyecto político que solo es homologable con el de Corea del Norte.

Cataluña está más lejos que nunca de su independencia porque los independentistas han demostrado su vena fratricida y su incapacidad para dirigir un Estado moderno en una Europa democrática. Y si el futuro de Cataluña está en manos de la CUP, esos representantes de la paleopolítica, al margen de los mecanismos constitucionales que impedirán la ruptura, más les valdrá a los catalanes aprovechar las próximas elecciones autonómicas para poner orden en su sociedad y mantenerse en los seguros límites de la Constitución española de 1978.