José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
Esta política es el exponente de la derecha dura pero ilustrada; terminante y rotunda pero con un pensamiento inteligente. Hoy se empleará a fondo en el debate a seis de TVE
Se sabía que Cayetana Álvarez de Toledo era una persona consistente. Historiadora, discípula de John Elliot, el hispanista especializado en el pasado de Cataluña, la ahora candidata por Barcelona del PP ha demostrado destreza periodística y ensayado con éxito un discurso que pocos referentes de la derecha política suelen lograr: utilizar el lenguaje quevedesco de la descalificación del adversario con la habilidad de driblar el insulto fácil y la intención —a menudo lograda—de ‘hacerle un traje’ y dejarle ‘in puribus’.
Lo acaba de demostrar. La semana pasada, padeció un escrache en la Universidad Autónoma de la Ciudad Condal y logró darle la vuelta a la tortilla y quedó ante la opinión pública como la ganadora del acoso y sus atacantes como niñatos. Luego le aplicó una revolera dialéctica a la insufrible consejera Borràs, y se llevó a la opinión publicada de Cataluña a su terreno.
Carlos Zenón, en ‘La Vanguardia’ del pasado sábado, escribía: “La elección de la candidata es un gran acierto de Casado. Es una política que no busca en absoluto caer bien al nacionalismo moderado catalán”. Y añadía: “Inteligente y rápida, parece tener ideas claras. En el debate de la semana pasada en ‘La Vanguardia’, demostró que el marco mental era el suyo, y el resto solo iba a vivir en él”. Redactar estas líneas en un periódico de Barcelona, con lo que está cayendo, responde a lo escasamente discutible de la valía de la popular.
Y Zenón no ha sido el único que la ha elogiado. Otro articulista de referencia como Antoni Puigvert —también en el diario de Godó— reconocía los méritos de Cayetana, aunque con renuencia y una cierta sensación de dolorosa (para él) sinceridad. Otros —que suelen atacar venga o no a cuento— han estado en silencio.
Es una mujer acerada, dura, que hace de la palabra dardo. Ha sido, sí, una buena elección
Álvarez de Toledo no sabe catalán, es bilingüe en inglés y habla otros idiomas, y tiene lecturas y experiencias. Y eso que antes se decía: mundo. Es una mujer acerada, dura, que hace de la palabra dardo. Ha sido, sí, una buena elección. Hoy se empleará a fondo en el debate a seis que se emite en TVE, al que no faltarán Inés Arrimadas e Irene Montero.
Pero en torno a la candidata popular hay un malentendido. No ha acudido a la batalla electoral por la circunscripción de Barcelona a disputar el podio a Inés Arrimadas, sino a evitar que Vox se zampe la escasa cuota de electores que todavía retiene su partido. La líder de los naranjas, posiblemente, mantendrá sus cuatro escaños por Barcelona, pero la misión de Álvarez de Toledo consiste en retener algunos de los cuatro que también obtuvo el PP en esa circunscripción y parte de su electorado, que ahora está amenazado por la seducción de Vox que, según las encuestas, dejaría a los populares en Cataluña —como en el País Vasco— al borde mismo de la desaparición. Cayetana ha ido a Barcelona como a una trinchera, a pelear cuerpo a cuerpo.
No ha acudido a la batalla electoral a disputar el podio a Arrimadas, sino a evitar que Vox se zampe la escasa cuota de electores que aún retiene el PP
A muchos les resulta la candidata demasiado hermética. Lo es. Pero lo que importa, especialmente en el desacuerdo, es reconocer la calidad del adversario. Eso lo logra esta mujer con acento argentino y rostro de un figurante del Greco. A Cayetana se le notan los estudios, la capacidad de análisis y la reflexión. No se precipita aunque sea diligente. Tiene ‘reprise’, capacidad de pasar de un número de revoluciones a otro superior en muy poco tiempo. Si obtiene el acta, Pablo Casado debería nombrarla portavoz en el Congreso de los Diputados. Cayetana proporcionaría sesiones de gloria en las de control al Gobierno si el que lo preside es Sánchez, cosa que está por ver.
Álvarez de Toledo trabajó con Ángel Acebes y, luego, ha transitado con intensidad por el periodismo de opinión, que para ella es un género de combate más que de tesis expositiva. En definitiva, esta política es el exponente de la derecha dura pero ilustrada; terminante y rotunda pero con un pensamiento inteligente. Representaría a ese PP al que Vox no podría alancear con la expresión “derechita cobarde”, y Abascal no le aguantaría ni un asalto.
Una Barcelona que la recibió de uñas y ahora acepta que es una mujer respetable en su radicalidad
Cayetana es una enemiga-amiga de tronío. El ‘pasmo’ de una Barcelona que la recibió de uñas —conservadores y no pocos constitucionalistas incluidos— y que ahora acepta que es una mujer respetable en su radicalidad, entendido este término en su sentido etimológico. Es, en fin, la expresión de mayor contemporaneidad de la derecha. Con media docena como ella en posiciones estratégicas, el PP dispondría ahora de mejores expectativas. Y, además, es partidaria de la fusión de su partido con Ciudadanos. Una opción lúcida que, quizás, esté sobre la mesa el 29 de abril.