JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO

  • Es la gran teta de los partidos en el poder. Nadie protesta, excepto por Toni Cantó

Luego llegaría la temible oficina de Costas que a todos los antisistema de los chiringuitos les puso la piel de gallina con sus mediciones y excavadoras para limpiar la costa de jipis y merenderos «alegales». Pero ellos no hacían política ni vivían de la política. Ni eran jetas, ni arribistas, ni trepas de partido. Su ideología era tan simple como dar un poco de sombra y refresco a los náufragos de la ciudad cuando vagaban tostados y perdidos lejos de su hábitat. Ofrecer un poco del narcótico que te puede hacer ver como posible romper las cadenas de producción, el semáforo y la comunidad de vecinos. Gente acogedora y legal. Nada que ver con la nueva acepción de los chiringuitos del sistema. Eso es otra cosa. Y empezó con el antiguo régimen y sus estancos o administraciones de lotería a dedo como premio a servicios prestados.

Un puesto de funcionario para toda la vida en la Sanidad, la Educación (bedeles), Correos, Telefónica. O en Prisiones, o un kiosko de prensa. Ya se ha visto y se sigue viendo con normalidad, en la operativa de los partidos políticos. Se llama pesebre. Y donde realmente se ha convertido en práctica habitual es en la administración autonómica. Es la gran teta de los partidos en el poder. De ella maman amigos y parientes. En realidad es nepotismo, pero como está generalizado nadie protesta. Excepto cuando el beneficiado se llama Toni Cantó. Hablan de la «nueva política», de renovar y modernizar el sistema, de los vicios del bipartidismo. Sí. Pero siguen colocando a sus amigos, parientes, fieles, a vivir del dinero público en cuanto tienen a mano un presupuesto.