IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Me imagino que este tipo de noticias le acabarán por aburrir. Se producen con demasiada frecuencia y con variaciones muy escasas. Tan escasas que solo interesan a los expertos. Me refiero a las previsiones de crecimiento futuro que realizan los diferentes organismos públicos y privados. Pero bueno, por si acaso le quedan ganas, aquí le cuento la última. La realiza la Comisión Europea y es sin duda una de las más esperadas y seguidas. Llevamos ya un tiempo bastante dilatado en el que los datos confirman que lo peor de la crisis causada por el Covid-19 ha pasado ya y que hemos encarado la senda de la recuperación. Eso no lo duda nadie y menos ahora que la vacunación camina a buen ritmo, lo que permite relajar las medidas de confinamiento -ya muy reducidas- y habilita la vuelta a la ‘casi’ normalidad en los desplazamientos y en los hábitos de consumo propios de la temporada. No me olvido de los preocupantes datos de contagios que esta apertura provoca y que reaviva los temores pasados. Pero hay datos diferenciales. Los contagios vuelven a ser excesivos, pero las hospitalizaciones se mantienen en cifras moderadas -no podemos decir que asumibles, porque no lo son-, al afectar a las capas de población que mejor responden a la enfermedad.

Lo cual no obsta para que esta evolución constituya uno de los riesgos que pueden afectar negativamente a la recuperación que confirman los datos de presente y sustentan las previsiones de futuro. La Unión Europea acaba de mejorar en tres décimas su previsión de crecimiento para el año en curso, aunque también haya rebajado en cinco la correspondiente al año próximo. De todas maneras y sea como sea, esto no es lo más relevante. Unas pocas décimas no afectarán decisivamente a la tendencia central de recuperación.

Las que sí serán cruciales son nuestras respuestas a las preguntas clave. En el ámbito de lo privado, son estas: ¿Han aguantado nuestras empresas, durante el parón de la pandemia, el ritmo de avance de la productividad mantenido por sus competidores? ¿Seremos capaces de reducir el endeudamiento al que nos ha obligado la desaparición de los pedidos y la defensa de los puestos de trabajo, que la falta de actividad convirtió en innecesarios y se acogen a la protección de los ERTE? Sume estas dos del ámbito público: ¿Utilizaremos los dineros de Bruselas de manera eficaz para elevar nuestro potencial de crecimiento y realizar las reformas que esperan en la sala de urgencias? ¿Conseguiremos el acuerdo de los agentes sociales en temas tan relevantes como son la reforma laboral, el SMI y lo que falta de las pensiones?

Hasta ahora vamos bien en los acuerdos, pero mal en las soluciones. Necesitamos cambiar la deriva y acelerar el paso. Ese es el reto.