Con un par de leyes

Desdichado el país cuya esperanza,-esa cosa con plumas, al decir de Emily Dickinson-, depende de Carmen Calvo para evitar lo peor, digamos Irene Montero, esa inane criatura que en esta semana ha conseguido un gran doble triunfo mediante la aprobación de dos anteproyectos en Consejo de Ministros: la Ley Trans, el martes pasado y la del sólo sí es sí, aprobada ayer. Irene 2, Carmen 0. Quién nos iba a decir que por debajo de la marquesita de Galapagar y sus neologismos, podría haber un ser más desasistido en el escalafón intelectual de este Gobierno.

No había motivos para ilusionarse con las capacidades de la viceCabra, ni siquiera después de su sentida alabanza del elenco actoral de un monólogo sobre Lorca. Le faltó adornarse con la erudición gentilicia de su presidente (que es el nuestro): Lorca, ya saben, ese gran poeta conquense.

El caso es que madame Thesaurus aparecía ayer exultante por segundo martes consecutivo, a mostrar su segunda victoria sobre la vicepresidenta Calvo. La pareja de leyes puesta en marcha por esta iletrada invierten  ambas la carga de la prueba y anulan la presunción de inocencia. Ya no tendrán que acreditar (las mujeres) que se han resistido o que ha existido violencia. Fue esclarecedora de su incompetencia léxica la comparecencia en la que definió su galimatías jurídico en tres consignas, tres gritos para las manifestantas: “Hermana, yo sí te creo”, “No es abuso, es violación” y “solo sí es sí”. Tres consignas y un par de tuits son todo el equipaje conceptual que alberga la cabeza de esta muchachita.

Ha eliminado de su diccionario la palabra ‘abuso’ y ha dejado las posibilidades sexuales del personal entre el consentimiento explícito y la agresión sexual, también llamada violación. Toda relación sexual deberá ser requerida y gozar de un consentimiento expreso por la parte solicitada. Por la misma razón queda fuera del diccionario ireneo la palabra ‘tácito’, algo que parecía no comprender la yunta formada por las ministras Montero cuando cargaban de dos en fondo contra la apabullante superioridad intelectual y dialéctica der Cayetana Álvarez de Toledo cuando les preguntaba con impostada incredulidad: “¿De verdad van ustedes diciendo ‘sí, sí, sí’ hasta el final?”

Es el signo de los tiempos. Con el consentimiento tácito se nos han evaporado la sutileza y el arte de la seducción. Todo varón prudente deberá tentarse la ropa antes de tirar los tejos a una hembra. ¿Y si resulta poco diestro en las artes amatorias, ella resuelve su frustración en denuncia y un juez podemita resuelve: “yo sí te creo, hermana?

En 2017 el ministro británico, Michael Fallon, se vio obligado a dimitir porque 15 años antes había tocado la rodilla a la periodista Julia Hartley-Brewer durante un almuerzo. Ella, que debe de ser una mujer normal, ni siquiera lo recordaba como incidente. Contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. Y eso fue todo. La Ley Montere también dice proteger a las víctimas de la trata y reprimir a los proxenetas. ¿De verdad, marquesa?¿Cómo va a tratar a los que prostituyeron a las menores de Mallorca? No hace falta que les aplique su ley, uno no es partidario de la justicia retroactiva. Basta con que dejen de rechazar las peticiones de investigar el asunto.