Tonia Etxarri-El Correo
- Navarra, donde empezó todo, volverá amarcar tendencia de los pactos sin líneas rojas entre el socialismo y Bildu
En los cinco días que quedan de campaña para llegar a la jornada de reflexión, EH Bildu ya se podría retirar a su campamento base porque ya tiene los deberes hechos. Con los presos de ETA empotrados en sus listas ha conseguido condicionar el debate electoral, dada su condición de socio preferente de La Moncloa. Conscientes de que, gracias a la Fiscalía, esa batalla jurídica la tienen ganada. Al contrario que Pedro Sánchez, que necesita más tiempo para seguir anunciando millones de ayudas sociales en los mítines de partido y luego pasarlos a limpio en el Consejo de Ministros para poder seguir utilizando el BOE y desviar el foco de atención sobre sus alianzas con Bildu, que le está penalizando en la opinión pública fuera del País Vasco.
Todo lo que afecta a la política vasca y catalana, dada la condición de ERC y Bildu de socios preferentes de Pedro Sánchez, se ha convertido en política que traspasa el ámbito local porque así lo ha querido el presidente del Gobierno al enfocar estas elecciones en clave nacional.
¿La clave de esta contienda? Que, en el ámbito nacional, el PSOE seguirá necesitando a socios como ERC y Bildu para compensar su desgaste y seguir gobernando con un conglomerado de minorías. No se trata de democracia sino de poder.
Todo lo que afecta a la política vasca y catalana traspasa el ámbito local porque así lo quiere Sánchez
Pero en el PP se han liberado de la maraña de sus dos discursos matizadamente diferentes en torno a la ilegalización de Bildu porque ayer Feijóo ya decidió cambiar el chip, en su multitudinario mitin en Valencia, aunque Isabel Díaz Ayuso no rebaje el tono en su reclamación de ilegalizar al mundo de Batasuna. Porque la apuesta de la presidenta madrileña, en el cuerpo a cuerpo con Sánchez, se focaliza en atraer el voto de Vox que tanto incomoda a un sector de los populares que temen una movilización de la izquierda en el último tramo de la refriega. Feijóo, sin embargo, se concentra en la captación del voto transversal. A diestra y siniestra. Para poder ser una alternativa a toda la coalición populista y nacionalista que capitanea el actual presidente del Gobierno.
En estos cinco días, Sánchez y Feijóo seguirán midiéndose eclipsando a sus candidatos autonómicos, junteros y alcaldes. El líder popular llenó la plaza de toros de Valencia, símbolo de las victorias de Aznar y Rajoy donde las encuestas dan un empate técnico por la fragmentación de la izquierda y el colapso de Podemos. Sánchez pasó un día antes por la misma ciudad pero no pisa ese coso taurino desde 2015. Todos esos detalles van sumando en un lado. Restando, en otro. El líder popular ayer ya no habló de las listas de Bildu sino de voto útil de todos los desencantados, en el PSOE, Ciudadanos y Vox. Con ETA, la gente tiene memoria.
Sobre todo fuera del País Vasco. Lo describía gráficamente José María Ruiz Soroa ayer en estas mismas páginas: «Es más fácil montar una campaña política efectiva sobre su hiriente presencia matonista en Murcia que en Bilbao». Por eso en Euskadi no se esperan grandes vuelcos, según la encuesta de Ikerfel para este periódico. Bildu es la segunda fuerza más votada después del PNV. Y subiendo. Navarra es otro cantar. La comunidad foral volverá a marcar tendencia de los pactos sin líneas rojas entre el socialismo y Bildu. Porque, en la pasada legislatura, fue en Navarra donde Pedro Sánchez enseñó sus primeras cartas. El PSOE pactó con Bildu con tal de hacerse con un gobierno que su candidata, María Chivite, no había ganado en las urnas. Ahí, en Navarra, empezó todo.