Ciudadanos en su laberinto

EL MUNDO – 22/03/16 – CARLOS CUESTA

· «Ya tenemos la independencia, general, ahora díganos qué hacemos con ella». La frase lanzada por uno de los soldados en El general en su laberinto bien podría escucharse estos días en los despachos de Ciudadanos. Porque es su general absolutamente en jefe, Albert Rivera, quien debe decidir –tras conseguir, no la independencia, pero sí la existencia– qué hacer frente a un supuesto aliado, Pedro Sánchez, que no ha dejado de usarlos día tras día para su más que evidente propósito: un pacto con fuerzas de extrema izquierda y nacionalistas para sentarse en Moncloa y acabar con el foco de oposición interna de Susana Díaz.

Sánchez logró de Rivera un acuerdo, más o menos criticable, pero no radical: objetivo imprescindible para disipar los temores del Comité Federal socialista y lograr el respaldo de su militancia. Consiguió generar ante algunos la apariencia de que había comprendido la gravedad de la situación a la que se enfrentan el PSOE y España y de que, en consecuencia, mantendría el rumbo del partido dentro de la estricta senda constitucional.

Y a partir de ahí, y mientras crecían las voces que advertían a Ciudadanos de que estaban siendo usados por Sánchez para sortear los controles internos del sector crítico del PSOE, el líder socialista no dejó ni un segundo de acercarse a IU, Compromís y Podemos; ni un minuto de respaldar la inmersión lingüística, de aproximar sus propuestas económicas y sociales a las exigencias de Podemos, de realizar visitas como la mantenida con el presidente catalán rompiendo el compromiso de acudir a todas las citas conjuntamente con Rivera, de sembrar la duda sobre líneas rojas como la consulta de autodeterminación –sobre la que Puigdemont asegura haber hablado con Sánchez la semana pasada– y de tender la mano a Pablo Iglesias para un encuentro bilateral sin matices.

Todo ello, mientras las evasivas de Rivera tan sólo confirmaban su falta de reacción frente a lo que evidentemente iba vislumbrándose día a día como una traición.

No es fácil la situación de Ciudadanos. Necesita un papel en esta obra y sus 40 diputados tan sólo le permiten cantar en el coro. Un actor sin claro protagonismo atrapado entre un PP que quiere arrinconarlo de cara a unas nuevas elecciones y un Pedro Sánchez que suspira por una rebaja de las exigencias de Podemos para echarse en brazos de Iglesias.

Rivera deberá analizar con cuidado su jugada a corto plazo. Pero, quizás, como siempre, la visión a largo sea la mejor brújula. Y a largo plazo, Ciudadanos sólo podrá estar donde los principios constitucionales puros no sean cuestionados. Sea junto al PP o junto a otro PSOE. Pero no junto a Sánchez.

EL MUNDO – 22/03/16 – CARLOS CUESTA