Coca-Cola para todos y algo de comer

EL MUNDO  06/04/17
JORGE BUSTOS

Hasta ahora pensábamos que las resacas de Coca-Cola no existían, a no ser que se ingiriera mezclada con ron o whisky, pero Ramón Espinar ha inventado la resaca sin alcohol: en los pasillos del Congreso no se hablaba de otra cosa que de su burbujeante adulterio. El senador va a tener que pedir perdón al partido por desviacionista, a Pepsi por los cuernos, a las espartanas, a las atenienses y a Billy Wilder por morirse sin haber podido rodar la segunda parte de Un, dos, tres, basada en el grupo parlamentario de Unidos Podemos. No es para menos: o nos tomamos en serio la torá anticapi o nunca veremos el reino de la justicia instaurado en este mundo. ¿Qué va a ser lo siguiente, pillar a don Jordi Évole comprando en Mercadona?

La segunda resaca del día llegaba de Murcia, en cuya fiesta se ha colado Ciudadanos: Coca-Cola para todos y algo de comer, en concreto lentejas. Le ha tocado comérselas finalmente a don Maíllo y en el partido naranja a duras penas disimulaban la satisfacción, ni en el PP las ganas de revancha, aunque el argumentario genovés invita a reparar en la buena marcha de la economía murciana y a disertar sobre la presunción de inocencia, que nada tiene que ver con lo comprometido, firmado y declarado por el ex. Si sale absuelto, al cartel electoral y listos. Sobre esta guerra Cs-PP planea la feudal convicción de que el primero usurpa los votos del segundo, al que Dios en el Sinaí habría entregado el monopolio electoral del centro-derecha. «En economía la relación es fluidísima entre Toni y Fátima, entre Garicano y De Guindos. Si renunciamos a la regeneración, perderíamos nuestra identidad y todo les saldría gratis», defienden desde Cs. Sospecho que tres millones de votantes se quedaron en junio con Rivera para que hiciera exactamente lo que ha hecho en Murcia.

Rajoy habla mucho de economía porque tiene motivos: los datos de paro son buenos –«la calidad del empleo empieza por tener uno», dijo doña Fátima– y don Cristóbal ha cocinado con paciencia unos Presupuestos al delicado gusto del cliente, que es vasco, canario y centrista, aparte de bruselense. Económico como estaba, el presidente evitó embestir el trapo plebiscitario que le agitó Rufián, que ha vuelto del Valle de los Caídos con el nacionalismo intacto, lo cual es como mudarte a El Prat en protesta por la contaminación acústica de Barajas.

En las filas socialistas se ventilaba la rajada de Heredia, que pidió perdón a Margarita Robles. En descargo del indiscreto hay que decir que «hijaputa» en andaluz no significa lo mismo que en el castellano de Valladolid, si es que no es un piropo cerrado. Por lo demás, Soraya Rodríguez anunció una moción en favor de los presos políticos de Venezuela con el inequívoco propósito de retratar otra vez –como si hiciera falta– a Podemos. Que para eso es el enemigo, según sostenía Heredia.

El mejor momento de la sesión lo protagonizó el ilustrado socialista Torres Mora, que se atrevió a preguntar en verso a Méndez de Vigo por el IVA del cine. Por muy ripioso que fuera su soneto, logró elevar el decoro retórico de la Cámara desde la sima donde lo tiene depositado el populismo camisetero, algo más comedido por efecto de la mano izquierda de la pastora Pastor. El ministro rio el ingenio de su adversario y respondió que el IVA del cine bajará en los próximos Presupuestos, que ya mismo hay que ponerse a elaborar.

Menos mal que nadie preguntó por lo de Paula y Busta. Después de lo de Espinar, nos habría espinado definitivamente el corazón.