LA VANGUARDIA, 02/05/13
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
Si el PSOE quisiera buscar una divisa para poner a la entrada de la sala donde se reúne la ejecutiva federal podría elegir la frase “los problemas nunca vienen solos” o cualquier otra parecida. El Partido Socialista está sacudido en este momento por una acumulación de problemas variados. El primer grupo es el desafío a la dirección federal planteado por algunos núcleos territoriales, como el PSC o el PS de Galicia. En el caso de los socialistas catalanes, el conflicto se plantea al entender estos que en un momento dado tienen intereses diferentes a los del PSOE y optan por lo que consideran sus prioridades políticas en lugar de apostar por la estrategia común. En el caso del socialismo gallego, el fondo del conflicto tiene más de operación política personal por controlar el poder del partido en el ámbito territorial que otra cosa. Pero ambos casos representan un desafío al centro desde la periferia.
Un segundo foco de problemas que sacuden al PSOE procede de la ruptura de la agenda política que había trazado la dirección del partido. Se habían propuesto que 2013 fuera el año del debate político. Tenían que hacer una pausa para ocuparse del rearme ideológico, de confeccionar un programa articulado y desarrollar nuevas propuestas con las que presentarse luego ante la sociedad con un proyecto renovado buscando recuperar la confianza perdida. Ante una sociedad sacudida por no pocos problemas, los más urgentes de naturaleza económica, el PSOE necesitaba comparecer con un discurso creíble para conectar, al menos, con los sectores sociales que le dieron su apoyo en el pasado.
En lugar de la proliferación de propuestas lo que llega al público son las polémicas sobre movimientos de potenciales candidaturas, los juegos de nombres, las reclamaciones de primarias para elegir nuevo líder. Quizás desde el PSOE aleguen que esos mensajes proceden de fuera del partido y que son los medios los que alimentan unas expectativas que no corresponden a lo que ocurre de puertas adentro. Lo malo es que en política, casi siempre, lo que parece es, y el mensaje que queda es que al PSOE le urge decidir cuál será la foto del cartel del candidato más que otras cuestiones.
No tienen la misma naturaleza los problemas del primer bloque que los del segundo, pero tienen en común que florecen porque en el PSOE se ha debilitado la autoridad de los órganos federales de dirección. Si algo ha tenido este partido durante mucho tiempo era su capacidad de compatibilizar la existencia de visiones internas muy variadas y dispares, con una dirección central poderosa. La capacidad del secretario de organización para solventar conflictos y disciplinar, por acuerdo o por autoridad, a las organizaciones territoriales ha sido tradicionalmente importante. Pero en este momento parece que no hay quien pueda decir con convicción aquello de que “el que se mueve no sale en la foto”.