Congreso constituyente

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 26/02/13

· La gran ventaja intelectual que tiene la izquierda abertzale a la hora de hacer política es que sus dirigentes y sus militantes no creen en el principio de contradicción de forma que pueden hacer una cosa y su contraria, sin rectificar nada, sin considerar que son incoherentes y sin que se crean obligados a dar explicaciones.

El congreso sustituyente de Batasuna por Sortu celebrado este fin de semana ha dado algunas muestras de esta forma de proceder. El líder ausente, Arnaldo Otegi, en el mensaje enviado a la asamblea se jactaba de que Sortu era el resultado de «la utilización revolucionaria de la legalidad burguesa que nos ha permitido dar este paso». Los actuales son tiempos distintos a aquellos en los que la izquierda abertzale se negaba a participar en las instituciones democráticas y lo justificaba, como hizo ETA en 1978 cuando polemizaba con el PNV, alegando que «no somos nosotros quienes nos autoexcluimos de la legalidad, sino la legalidad burguesa española quien nos excluye a nosotros». No hay que irse tan atrás: todavía en 2008 ‘Txeroki’ sostenía por escrito que «la izquierda abertzale estaba a punto de firmar una homologación democrática burguesa en su totalidad, sin conseguir ningún logro táctico de peso».

Ahora, en cambio, participar en las instituciones democráticas burguesas es un ejercicio de virtuosismo revolucionario, no como en el pasado cuando lo único que se aceptaba era una pretendida «democracia popular vasca».

Es un paso importante que Sortu abogue ahora por el uso exclusivo de las vías políticas ya que hasta hace poco, cuando se llamaban Batasuna, defendían la estrategia «político militar», o sea el uso del terrorismo. Realizan el cambio sin ningún análisis autocrítico sobre su reciente pasado, como si fuera igual el llamamiento hecho el sábado por Otegi a «hablar, convencer» y a utilizar «más argumentos», que la defensa que el mismo dirigente hacía no hace tanto tiempo de la «persuasión armada», es decir de convencer a tiros al contrario.

Una de las exigencias que formulan a la izquierda abertzale todos los partidos es la de realizar una autocrítica por su trayectoria de apoyo al terrorismo, pero ni antes Batasuna ni ahora Sortu parecen dispuestos a dar ese paso. Y no es de extrañar, visto que no son capaces siquiera de reconocer que fueron legalizados porque el Constitucional dio por buenas las expresiones de rechazo al terrorismo contenidas en sus estatutos, porque tuvieron que asegurar un compromiso de actuación sin violencia y porque el Tribunal de Estrasburgo, al avalar la ilegalización, les había dejado sin más alternativa que cambiar de estrategia si es que querían volver a las instituciones. En lugar de admitir que han tenido que rectificar su trayectoria, Otegi explicó a los suyos que eran legales porque habían provocado que «el Estado considere que su posición ilegalizadora le generaría» más costes que beneficios.

La película de la izquierda abertzale obligando al Estado a legalizarla porque le resultaba insoportable tenerla fuera de las instituciones sí que se merecía un Oscar.

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 26/02/13