Del Blog de Santiago González

Quiero señalar el primer error de Casado al destituir a su portavoz parlamentaria: el tiempo, al sacar del foco la comprometida situación de Unidas Podemos a cuenta de su caja B, la tarjeta de Dina, la falsedad en las declaraciones ante la justicia y otros etcéteras. A la hora en que colgué aquí ayer mi comentario sobre Cayetana Álvarez de Toledo, ella estaba reunida con Pablo Casado, que la había llamado a capítulo para destituirla. Yo no sabía que lo estaba describiendo en tiempo real, ni que Cayetana iba a explicarse (y explicar a Casado) al caer la tarde ante el Congreso de los Diputados, en el mismo lugar en el que presentó Libres e Iguales hace seis años.

La explicación fue la que correspondía: libre, veraz e inteligente, por más que haya merecido críticas y alguna que otra descalificación. Lo que dijo ayer por la tarde estaba implícito en la entrevista que El País publicó el domingo. Subrayábamos ayer la primera pregunta sobre si era “el epítome del sector duro del PP” y su soberbia descalificación como ‘etiquetas estúpidas’. Descalificó en El País, y volvió a hacerlo ayer ante el Congreso, esta clasificación entre duros y blandos, creada por los nacionalistas.

Siempre he creído eso. Un facha es lo que los nacionalistas dicen que es, un suponer: alguien que defiende la unidad de España y que es partidario de que los terroristas cumplan íntegramente las penas que les sean impuestas. Hace seis años expliqué  por qué los nacionalistas consideran ‘fachas’ a todos los que no estamos de acuerdo con ellos. Es por la misma razón que atribuyen dos significados al concepto nacionalismo: bueno, cuando va acompañado del gentilicio ‘vasco’, malo de solemnidad cuando el nacionalismo es español. Vean aquí aquel artículo: https://santiagonzalez.wordpress.com/2014/11/12/la-conjura-de-los-fachas/

que la taxonomía entre duros y blandos, halcones y palomas, también se la aplicaban a los terroristas, tal como escribí aquí hace ya 14 años: http://santiagonzalez.blogspot.com/search?q=halcones+y+palomas. Cayetana lo explicó bien, denunció las etiquetas  y rechazó explícitamente la de verso suelto que generosamente se le atribuye. Esto no fue obstáculo para que un contertulio de la COPE dijese esta mañana: “autocalificada de verso suelto”. Defendió Cayetana la autonomía de su función. Buen es verdad como dicen sus detractores que algún grado de sintonía debe haber entre un partido y su grupo parlamentario, pero llama mucho la atención que la responsabilidad de los desajustes vaya a recaer sobre la portavoz que se ha comportado como era de esperar en ella, no sobre el head hunter, el que la nombró.

Han sido muy criticadas sus palabras de ayer, por malqueda: ni una palabra de agradecimiento a Casado por haberla elegido y mantenido un año, fue dura, también al despedirse. En toda organización partidaria hay un anhelo totalitario. Se entiende como ejemplar la actitud de dar las gracias tras recibir la patada, como ejemplares eran los condenados en los procesos de Moscú que marchaban hacia el paredón dando vivas al padrecito.

Ayer me refería al brillante bofetón dialéctico que propinó a Pablo Iglesias. Como recordarán, la inefable presidenta del Congreso, Meritxell, mi Meritxell, se empeñó en retirar del Diario de Sesiones la alusión a Iglesias como “el hijo de un terrorista”. Ella se negó a que se borraran con un argumento irreprochable: no era una opinión, sino un  hecho que el propio interesado había esgrimido con orgullo en un par de ocasiones. La presidenta del Congreso ordenó que se eliminaran esas palabras por su cuenta y Cayetana recurrió esa decisión al Tribunal Constitucional. El asunto es que el PP le afeó su actitud y dijo que el partido no iba a costear el recurso. Desde aquí ofrezco este blog para hacer un crowdfunding que ayude a sufragar el recurso de Cayetana. Nos va la dignidad en ello.

Esa es la esencia de la memoria histórica, tal como la entiende el PP, la explicación de que con la mayoría absoluta de 2011 no derogasen esa ley inicua y la razón de que la izquierda siga castigando a la derecha sobre la peana de su pretendida superioridad moral.

Pero Casado ha acertado, dicen en las tertulias de la radio, sin sentar el obligado principio de que se equivocó hace un año. Es más he oído que se le disculpaba con una frase de Pablo Iglesias: en política hay que cabalgar contradicciones.  El PP ha puesto rumbo a la moderación, como si Cayetana fuera el factor del extremismo, como si ella misma no lo hubiera explicado ayer y en la entrevista de El País con una claridad meridiana. El PP se ha galleguizado, Laus Deo. Como dijo la propia portavoz a comienzos del verano: “ya no sabemos si sube o si baja”.