SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO

Fue sorprendente que no se filtrase la sentencia de los ERE hasta la citación de los procesados ayer a mediodía para notificársela. No es habitual, pero hubo condenas y fueron casi tan severas como las peticiones de la Fiscalía. A Griñán se le rebajó a la mitad la inhabilitación, pero los seis años de cárcel se le quedaron íntegros. El asunto es notable por varias circunstancias. Es el caso de corrupción cuantitativamente más notorio de nuestra democracia. Sostiene nuestra izquierda que los casos de la derecha –Gürtel principalmente– hacen del PP el partido más corrupto de Europa. Es una tontería sin más fundamento que la de sostener que España es el segundo país del mundo en desaparecidos tras Camboya, cosas que ya sólo sostienen los Ceaucescu, futuro vicepresidente él y futura ministra ella del Gobierno progresista. Hay que joderse.

También es notable cualitativamente hablando. Han sido condenados dos presidentes del PSOE, presidentes también de la Junta, vicepresidente del Gobierno de España, ministro de Trabajo y ministro de Política Territorial y secretario general del PSOE (Chaves); ministro de Trabajo y de Sanidad y Consumo (Griñán). Maleni o Lady Aviaco fue ministra de Fomento y vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones. Y todo por ahí seguido.

José Bono, Ábalos y la gavilla de tertulianos afines salieron todos a una invocando la atenuante del altruismo. «No se llevaron un euro a sus casas», repiten con entusiasmo y admiración. Son los chorizos progresistas, que usan el producto de sus latrocinios para bien del pueblo o como suele decir la párvula de Galapagar, «para mejorar las condiciones de vida de la gente». El detalle es un agravante en realidad. Un comisionista que se lleva lo suyo a casa es un chorizo por lo particular. El que lo hace por el bien común corrompe el sistema entero, como el que compra los votos en Huévar de Aljaraje. Esa corrupción es la que ha hecho posibles los 30 años ininterrumpidos de Gobiernos socialistas en Andalucía.

Estas cosas gustan mucho a la peña de la izquierda. Josep Mª Sala, que fue condenado por el caso Filesa, al volver a la política en el 10º Congreso del PSC en 2004, fue el miembro de la Ejecutiva que más votos consiguió de los delegados, que lo recibieron de pie con ovación unánime. Les gusta tomar partido, «partido hasta mancharse», como recomendaba Gabriel Celaya. Caben dudas si el gasto en putas y cocaína de Guerrero y su chófer eran para el bienestar del pueblo, pero depende de cómo acotemos el conjunto pueblo.

Luego está el cinismo del doctor Fraude que mantuvo su cara de corindón frente al director de EL MUNDO que le recordaba las dos condenas judiciales a Chaves. Estaba la subvención a Matsa, la empresa que apoderaba su hija Paula, en contra de lo que establecía el artículo 7.1 de la Ley de Incompatibilidad de Altos Cargos de la Junta de Andalucía, elaborada por el Gobierno del propio Chaves.

Y está la complicidad. La de Sánchez anteriormente citada y la de su ministra poligonera, Mª Jesús Montero, que en julio de 2013 expresó su solidaridad con los corruptos. Y las corruptas, claro en un tuit, unidad de pensamiento de esta cuadrilla de chonis: «Yo también soy hoy Antonio Lozano, Ventura, Magdalena Álvarez, Salgueiro, Valverde y tantos otros. Mi apoyo y compromiso». Todos sois Griñán y Chaves, Chiqui.