Cristina & Manuela

ABC 28/08/15
LUIS VENTOSO

· Abrazos de la gran regeneradora a una política salpicada por el escándalo

MANUELA Carmena, una exjuez de 71 años, de personalidad un tanto dispersa y pobre capacidad ejecutiva, es la imagen simpática que eligió Podemos para buscar la alcaldía de Madrid. Quedaron de segundos, pero Pedro Sánchez, hombre siempre fiable, incumplió su promesa solemne de no pactar con Podemos y la convirtió en alcaldesa. No se puede hacer todavía un balance profundo de la gestión de Carmena, porque apenas lleva tres meses, pero hay indicios de que el puesto le cae largo. Al margen del abuso de una palabrería saturada de clichés, carece de ideas significativas para mejorar Madrid y la vida real de los madrileños, que es de lo que va su trabajo.

En la práctica, viene a ser como un guiñol pintoresco de Podemos y de su sobrino. Un mascarón de proa ornamental, que cuando pisa tierra derrapa, como con las madres limpiadoras, o como cuando cuantificó de forma disparatada unas hambrunas infantiles en Madrid que no existían. Dado que mucho no gobierna, le quedaba otra posible función: ejercer de referente moral. Doña Manuela sería como un faro de ejemplaridad frente a lo que el inteligente tertuliano Iglesias, que es quien la maneja, denomina «la casta», la política convencional desprestigiada por la corrupción. Pero ni eso. La gran regeneradora se nos ha ido de excursión a Argentina durante siete días para vender un libro y allí ha visitado alborozada a una política de turbio expediente: Cristina Fernández de Kirchner. Supone una lacerante incongruencia que una persona como Carmena, que se ha pasado años impartiendo lecciones éticas hasta lo empalagoso, acuda a la Casa Rosada a compadrear con una política a la que adornan los siguientes hitos:

—En sus primeros nueve años de Gobierno, según sus declaraciones fiscales, el matrimonio de Néstor y Cristina Kirchner multiplicó por nueve su patrimonio.

—En 2007, un empresario venezolano-estadounidense fue detenido con una maleta con 790.550 dólares en un aeropuerto argentino. El FBI siempre sostuvo que era dinero negro para la campaña electoral de Cristina.

—El fiscal Nisman, que quería involucrar a la presidenta en el encubrimiento de los iraníes que atentaron contra la mutua judía, fue hallado muerto en su piso con un tiro en la cabeza.

—Cristina K, ya de salida, lidia estos días con el llamado Caso Hotesur. En resumen, se trataría de que los Kirchner lavaron durante diez años 800 millones de dólares mediante adjudicaciones a su empresario de cabecera, Lázaro Báez. En paralelo, el jefe de Gabinete de Cristina y ministro de Justicia, Aníbal Fernández, ha sido vinculado con el narco mexicano.

—La presidenta es también una notoria represora de la libertad de prensa, como acreditó con su guerra contra «Clarín». Fomenta además el matonismo con la agrupación seudo juvenil La Campora, que dirige su bronco hijo Máximo.

—El estilo de Cristina es la demagogia populista televisada, con discursos victimistas e hípernacionalistas micro en mano durante horas. Los resultados son malos. El país, bendecido por toda suerte de dones, tiene un 30% de pobreza, el narco va a más y la inflación, como siempre, es una fiesta (23,9 en el 2014 según el Gobierno y 38,5 según los organismos independientes). El crecimiento se ha estancado y el FMI los acusa de manipular todos los indicadores.

Por todo esto, la próxima vez que vea a la señora Carmena en plena arenga ético-social, primero se me escapará una sonrisa apenada y luego apagaré la tele. Hipocresía. Y de la más burda.