Ignacio Camacho-ABC
«¿Dónde está la estructura nacional de salud pública? Sanidad ha asumido competencias que no sabe gestionar»
«Quién nos iba a decir que el mando único de la sanidad iba a funcionar peor, o al menos no mejor, que las autonomías por separado». Es mediodía y las campanas de la Giralda llaman, como las de otras catedrales de España, a rezar por los enfermos de la pandemia y los profesionales que la combaten. El teléfono trae un mensaje de alguien con muchos trienios en epidemiología y en la Administración sanitaria regional y nacional. Su voz suena escandalizada, casi desesperada. «No quiero hacer una crítica política, entiendo la enorme dificultad del trabajo porque lo he vivido en otros momentos; hablo de cuestiones técnicas imprescindibles y tengo que decirlo porque observo un caos letal en la toma de decisiones.
La medida de concentrar el control en el Ministerio es acertada pero sólo sirve si se hacen las cosas con criterio, no a tientas y cambiando de protocolos sobre la marcha en medio de una sensación de desorden».
«¿Dónde está la estructura nacional de salud pública? Los comités científicos… Al menos el Gobierno inglés ha publicado los informes y modelos que está usando. No tenemos siquiera un mapa pormenorizado del contagio. Qué digo un mapa, un maldito Excel. Y no lo hay porque faltan PCRs, los test rápidos, para localizar focos de infección sobre los que priorizar actuaciones. El ministro los prometió para ayer pero ha pasado algo que no explican. Sé que algunos presidentes autonómicos los han pedido y no se los han podido dar, porque no existen, claro. Y lo mismo con los equipos de protección, las mascarillas, las gafas, los trajes. ¿Sabes? Andalucía consume 250.000 mascarillas por semana en una crisis como ésta. Sólo en La Paz de Madrid se necesitan 30.000 al día. Algunas comunidades más previsoras habían comprado y se los han requisado sin que exista un mecanismo de distribución eficaz. El Ministerio ha asumido competencias, como las compras centralizadas, que no sabe gestionar. Tampoco es capaz de elaborar un criterio estadístico fiable, modifica los procedimientos; sin pruebas masivas de detección no sabemos cuánta gente hay realmente infectada y así es imposible planificar el esfuerzo con una mínima precisión. Claro que en Cataluña ni te cuento, hacen puro maquillaje de cifras; a los muertos con síntomas pero sin test no los contabilizan».
«¿Que cuándo veremos una esperanza? De cinco a siete semanas para empezar a notar una inflexión positiva en la curva de contagio. Ahora estamos aún pagando los errores previos: el miércoles 25 puede haber una hecatombe en Madrid, y eso sí lo sabe el Gobierno. El pico alto hay que pasarlo y va a ser duro, la cuestión es organizar bien la tarea para iniciar pronto la rampa de descenso. Y te repito, me duele que el Ministerio no mejore a las autonomías. Pero no es un problema de competencias sino de competencia… ¿me entiendes?».