Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 26/6/11
El articulista Espada tenía ayer la deferencia de citar al comentarista González para afirmarse en el titular aquí reproducido. Ah, la fría lógica de los números, el prestigio razonable de las matemáticas antes de que cayeran en manos del Adolescente (© A. Espada) y practicara con ellas idéntico relativismo que con las palabras (las cuatro reglas han de estar al servicio de la política y no la política al servicio de las cuatro reglas. Después de todo, ellas sólo son cuatro y los socialistas somos muchos más).
Ocurre que la flamígera pluma del periodista catalán (ma non troppo) no ha titulado con la cifra adecuada. Véase aquí abajo el dato según lo expresa la página web del Ministerio del Interior:
Son 37.097 votos más. Me apresuraré a decir que el error de Espada es explicable: ha buscado en Google el número de votos de los independientes y sus coligados en la Comunidad Autónoma Vasca. No ha tenido en cuenta los votos de Navarra, que también expresan crecimiento del poderío batasuno.
No me extenderé sobre la principal conclusión del artículo. Hace ya mucho tiempo que sabemos quienes son los malos y conocemos la moral encallecida de sus votantes. La cuestión es saber quienes son los tontos, los que tratan de sacar provecho partidario de este miserable asunto, los torpes, los irresponsables, un suponer, quienes venden a su muleta vasca el voto futuro de Pascual Sala y sus cinco, esa decisión ‘agradable’ a la que también se refirió el viceportavoz Madina con envidiable sentido de la anticipación.
Creo que el error del columnista Espada proviene del enfoque. Su spotlight ilumina intensamente la escena, pero está muy focalizado y no le permite hacerse una idea del conjunto. Esos 37.097 votos que le faltan son los que explican la dimisión de cuatro concejales del PP en tres municipios de Navarra gobernados ahora por Bildu. No se encuentran libres. Y sí, ésta también es una consecuencia de la sentencia del Tribunal Constitucional que preside Pascual Sala. Lo explicaba con mucha precisión el observador Teo Uriarte el martes pasado, en El País, antes de conocer estas dimisiones: El Constitucional cometió una irresponsabilidad, no por permitir el ejercicio de un derecho fundamental a unas personas, sino porque al autorizarlo, se lo empezaba a negar al resto de los ciudadanos.
Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 26/6/11