Ignacio Varela-El Confidencial

En septiembre, el PanelConfidencial dio la primera señal de alarma al atribuirle ya una expectativa de 700.000 votos. En tres meses ha sumado 1,3 millones más

Casi dos millones de votos. Esa es la cifra que, según el Panel de El Confidencial, obtendría Vox si las elecciones generales se celebraran ahora, con una participación parecida a la de 2016.

Comenzó 2018 con Vox en el lugar en el que estaba hace tres años, en torno a los 50.000 votos. En septiembre, el PanelConfidencial dio la primera señal de alarma al atribuirle ya una expectativa de 700.000 votos. En tres meses ha sumado 1,3 millones más, hasta alcanzar un 8% en la estimación de resultados (lo que le daría una notable presencia parlamentaria y, quizá, una posición clave para la formación del próximo Gobierno). Los meteorólogos hablarían de una ciclogénesis explosiva en el espacio electoral. Y nada permite suponer que el fenómeno se detenga aquí.

Mucho se ha especulado sobre el origen de los votantes de Vox. Si fueron 47.000 y ahora son dos millones, ¿de dónde vienen? Atendiendo a lo que declaran los panelistas, esta es la primera respuesta:

 

El PP es, de lejos, la principal despensa de la que se nutre Vox. Dos de cada tres de quienes hoy se inclinan por el partido de Abascal apoyaron a Rajoy hace tres años. Es cierto que recibe 152.000 votos de la izquierda, pero no hay síntomas claros de transversalidad. De momento, estamos ante una reasignación drástica del voto en el espacio de la derecha.

Puesto que la mayoría de los nuevos votantes de Vox procede del PP, sería razonable esperar que su perfil sociodemográfico se asemejara al de su partido de origen. Este gráfico nos da la sorpresa:

Fuente: Imop.
Fuente: Imop.

El retrato social del electorado de Vox se parece más al de Ciudadanos que al del PP. En realidad son gemelos, salvo en lo que se refiere al sexo. Y ambos retratos, el de Ciudadanos y el de Vox, se aproximan más al de la sociedad española. Es la base electoral del PP la que sigue descompensada por el peso excesivo de los votantes de más edad.

Estamos, pues, en el caso de Vox, ante un cuerpo electoral fuertemente masculinizado (casi un 60% de hombres), con un 60% de sus votantes en los tramos centrales de edad (entre 25 y 55 años), la mayoría de ellos trabajadores en activo, con alto nivel de estudios y predominantemente urbano. Nada que ver con el estereotipo de jubilados, amas de casa y población rural con el que se identifica al elector tradicional de la derecha. Ese tipo de votante permanece fiel al PP. Son sus sectores más dinámicos los que lo están abandonando, tanto en dirección a Ciudadanos como a Vox.

Otra cuestión sobre la que corren ríos de tinta es la naturaleza ideológica de Vox (me refiero a la de sus votantes, no a la del partido). ¿Son tan de extrema derecha como se dice?

En la famosa escala ideológica en la que el punto 1 sería la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha, los votantes de Vox se sitúan en el 7,2: solo tres décimas más a la derecha que los del PP. Lo llamativo es que 7,2 era la posición del electorado del PP al comenzar el año. El desalojo por su flanco derecho de más de un millón de votos a Vox ha desplazado hacia el centro al electorado leal al PP (lo que plantea un curioso problema estratégico a sus dirigentes).

El 60% de quienes se inclinan a votar a Vox se sitúa en los puntos 7 y 8, mientras solo un 10% se ubica en las posiciones mas extremas (9 y 10). Y no cabe desdeñar al 25% que se coloca en el espacio clásico del centro derecha (puntos 5 y 6). Faltaría conocer qué es lo que mueve a esos nuevos votantes de Vox y qué piensan sobre la actual política española.

En cuanto a lo primero, parece claro que el motor más potente que impulsa a Vox es el problema territorial. Veamos qué responden cuando se les pide que señalen las dos cuestiones que tendrán más en cuenta a la hora de elegir al partido al que votarán:

Puede que, por contagio de sus aliados europeos, la cuestión de la inmigración termine siendo decisiva en el voto de Vox, pero hoy solo el 10% de sus votantes la citan como su primer motivo de voto. Es abrumador el dominio de la cuestión de la unidad de España. En cuanto al modelo territorial que prefieren para España, esta es la respuesta:

Es indudable la pulsión centralista: nueve de cada 10 votantes de Vox están disconformes con el actual Estado autonómico. Pero solo el 40% suscribe la postura de Abascal de suprimir por completo las autonomías. Son más los que se conformarían con un recorte sustancial de competencias. Lo que, por cierto, también es claramente mayoritario entre los votantes del PP y de Ciudadanos.

Los votantes de Vox son los más pesimistas del arco político: el 73% cree que en 2019 las cosas en España irán a peor. Un pesimismo que se agudiza en lo que se refiere al problema de Cataluña (81%) y al de la inmigración (86%). También son los que respaldan con mayor entusiasmo a su partido y a su líder, lo que es lógico en una fuerza emergente en plena escalada. No obstante, no tratan mal a sus partidos de origen:

Dan a Casado y a Rivera un aprobado holgado (5,4). Puntúan con un 4,8 la actuación del PP en los últimos meses y con un 5,1 la de Ciudadanos. Un 12% elegiría a Casado como presidente y un 14% a Albert Rivera. Y en cuanto al partido más capacitado para gobernar España, un 18% señala al PP y un 14% a Ciudadanos. Ese es el margen que ambos partidos tienen para intentar recuperar los votos migrantes.

Vox entrará próximamente en las instituciones. ¿Qué opinan los españoles de eso? El 59% cree que será malo para la democracia y el 28% que será bueno. La posición negativa es mayoritaria en todos los espacios electorales (incluido el de Ciudadanos), salvo entre los votantes del PP: el 57% de estos lo considera saludable y se dispone a dar la bienvenida al nuevo partido —y, previsiblemente, futuro aliado—.

Se seguirá discutiendo hasta el hastío sobre el ser y el proceder de la nueva criatura política que ha irrumpido en el escenario, como sucedió en su día con Podemos. Pero al menos ahora se puede, si se quiere, empezar a hacerlo con datos y no solo con prejuicios.