Miguel Ángel Aguilar-Vozpópuli
  • Las gradaciones de levita, chaqueta y blusa se han difuminado; con las de sombrero, boina y visera ha pasado otro tanto

Sólo hace unos días, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha tenido el arrojo de comparecer descorbatado en su afán de darnos ejemplo ecológico. Sin atreverse a tanto, en el poema Retrato, escrito entre 1907 y 1917, Antonio Machado daba en suponer que sus lectores conocían bien su torpe aliño indumentario, ajeno por completo al dandismo. La indumentaria, el atuendo, es para las ocasiones, como las bicicletas de Fernando Fernán Gómez eran para el verano. Existe una etiqueta estricta en el ámbito castrense -uniforme de gala, uniforme de media gala, uniforme de paseo, uniforme de faena, uniforme de gimnasia- y en el ámbito eclesiástico reflejado en los ornamentos para los oficiantes. También hay un dress code, marcado en las invitaciones sociales. Desafiar estas normas tiene consecuencias, de las que dejan constancia, por ejemplo, los evangelios, como puede verse en Mt 22, 1-14, donde se da cuenta la parábola del rey que casaba a su hija, cuyos invitados desistieron de acudir, de modo que entonces les dijo a sus siervos:

“Las bodas están preparadas pero los invitados no eran dignos. Así que marchad a los cruces de los caminos y llamad a las bodas a cuantos encontréis. Los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos; y se llenó de comensales la sala de bodas. Entró el rey para ver a los comensales, y se fijó en un hombre que no vestía traje de boda; y le dijo: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin llevar traje de boda?’ Pero él se calló. Entonces el rey les dijo a los servidores: ‘Atadlo de pies y manos y echadlo a las tinieblas de afuera; allí habrá llanto y rechinar de dientes’”.

Quitándose la corbata el presidente Sánchez se estará distanciando del pueblo mientras los ujieres no puedan quitarse las lazadas que según la uniformidad prescrita han de llevar al cuello

Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. De manera que ¡ojo con la vestimenta! Cuyo déficit puede terminar en llanto y crujir de dientes. También hay una etiqueta de espectro más amplio para las audiencias. Se cuenta de mossèn Xirinacs que, habiendo solicitado ser recibido en audiencia por el president Josep Tarradellas, acudió al Palau con calzado playero y atuendo deportivo de modo que cuando el president le vio de esa guisa le dijo: “Qué, mossèn, ¿de excursión? pues ya nos veremos otro día”.

Hay al menos dos escuelas de pensamiento respecto de las libertades que quienes ocupan el poder se toman respecto de la indumentaria. Para la primera, la informalidad de los atuendos de los instalados en el poder es una manera de aproximarse al pueblo; para los segundos, es una forma de acrecentar y hacer más visible la distancia que les separa. La imagen de Carolina Bescansa dando de mamar a su bebé en su escaño del Congreso de los Diputados fue interpretada como cercanía al pueblo, pero cuando pregunté a las ujieres si habrían podido amantar a sus bebés en el mostrador que atendían me dijeron que no, que para eso había una sala en el sótano. O sea, que Carolina pudo hacer lo que a las empleadas del Congreso les estaba vedado. En esa misma línea, quitándose la corbata el presidente Sánchez se estará distanciando del pueblo mientras los ujieres no puedan quitarse las lazadas que según la uniformidad prescrita han de llevar al cuello. Y las ministras y ministros que opten por enseñar el ombligo estarán también distanciándose del pueblo hasta que los y las ujieres no puedan ir enseñando libérrimamente el suyo.

Convendría analizar si la corbata se queda en un mero complemento, o si su carencia nos arroja de modo insoportable del desaliño y si por la informalidad acabaremos en la impugnación del sistema. En todo caso falta por averiguar por qué sólo los que la llevan anudada pueden pasar ciertos umbrales. También, en sentido contrario, por qué el sincorbatismo se ha convertido en el último refugio de quienes quieren dar la nota con su atuendo. Las gradaciones de levita, chaqueta y blusa se han difuminado; con las de sombrero, boina y visera ha pasado otro tanto. Otra cosa es que algunas prendas o complementos mantengan un carácter simbólico que no caduca como parece ser el caso de la corbata: a favor, en el Club Puerta de Hierro, y en contra, en la formación morada que lideraba Pablo Manuel Iglesias. Cualquiera puede recibir en pijama a la asistenta que le ayuda en las labores domésticas pero la asistenta en modo alguno puede comparecer en camisón.