JUAN RALLO-LA RAZÓN

  • A día de hoy, el mercado de deuda pública se halla totalmente adulterado por la intervención del Banco Central Europeo
Pese al notable crecimiento económico previsto para este 2021, nuestra deuda pública ha vuelto a dispararse hasta el 122% del PIB: el denominador (PIB) aumenta pero el numerador (deuda pública) lo hace más rápido. En concreto, a mediados de este año los pasivos del conjunto de nuestras administraciones públicas totalizaban los 1,47 billones de euros. Nunca antes en nuestra historia el Estado español había adeudado tanto dinero. ¿Motivo de preocupación? A juicio del Gobierno no debería, dado que los tipos de interés que estamos abonando sobre nuestra deuda siguen por los suelos: ayer, el rendimiento del bono español a 10 años apenas se ubicaba en el 0,2%. Si a largo plazo lográramos refinanciar toda nuestra deuda a ese bajísimo tipo de interés promedio, apenas tendríamos que destinar al pago de intereses el 0,25% del PIB: una cantidad absolutamente irrisoria. Así las cosas, ¿por qué deberían preocuparnos unos niveles de endeudamiento que, a tenor de los tipos de interés que nos marca el mercado, no generan preocupación entre los inversores? Pues porque los tipos de interés que actualmente nos marca el mercado no nos los marca, en realidad, el mercado. A día de hoy, el mercado de deuda pública se halla totalmente adulterado por la intervención del Banco Central Europeo: durante los últimos trimestres, desde que comenzara la crisis económica de la Covid-19, el Banco Central Europeo ha adquirido prácticamente el equivalente al 100% de las nuevas emisiones de deuda efectuadas por el Tesoro. Dicho de otra forma: en realidad no sabemos cuál es el precio al que se vendería la deuda pública española en condiciones competitivas de mercado –sin la interferencia del Banco Central Europeo– y, por tanto, tampoco podemos saber cuál será el tipo de interés al que lograremos colocar nuestros pasivos estatales una vez el BCE retire sus “estímulos”. Si, por ejemplo, termináramos regresando a un tipo de interés promedio del 5% –un tipo de interés promedio que, desde un punto de vista histórico, resultaría incluso bajo–, el pago anual de intereses absorbería más del 6% del PIB, esto es, más de lo que nos cuesta toda la sanidad pública o una suma análoga a lo que recaudamos por IVA. Sí, hay motivo de preocupación por mucho que nuestros gobernantes hibernen en la autocomplacencia.