- Impresiona la frialdad dela izquierda ante una masacre sin precedentes
Juan Carlos Viloria-El Correo
El Estado de Israel sufrió el 7 de octubre un ataque terrorista que revive el padecido por Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. Después de la feroz irrupción, preparada minuciosamente por la organización terrorista Hamás, solo en Kfar Aza, a unos pocos kilómetros de Gaza, familias enteras fueron diezmadas en su propia casa, 40 bebés asesinados en sus cunas (algunos decapitados), cien cadáveres encontrados en un solo kibutz. Violaciones, secuestros y disparando ciegamente sobre indefensos en un concierto, en una granja o en una viña. Como ocurrió después de la agresión perpetrada por los suicidas de Osama bin Laden contra las Torres Gemelas, las consecuencias geopolíticas tardarán años en manifestarse. Pero en las horas posteriores a la masacre contra el pueblo de Israel hay algunas circunstancias que impresionan y desconciertan.
En primer lugar, el salvajismo extremo de los agresores, que va más allá del odio entre comunidades y se adentra en la criminología patológica. Después de los videos de decapitaciones en directo de los fanáticos de Estado Islámico no se había visto semejante atrocidad inhumana. El segundo elemento que desconcierta es la vulnerabilidad de las defensas de Israel, que durante décadas ha dedicado ingentes recursos económicos, tecnológicos y humanos a la seguridad de sus habitantes. Una prioridad que ha construido un país semimilitarizado rodeado de enemigos. El tercer factor que impresiona es la frialdad de los partidos y organizaciones de la izquierda que, ante una masacre sin precedentes, han eludido solidarizarse con las víctimas y las han convertido en culpables.
Amnistía Internacional no cita ni una sola vez en su comunicado la palabra terrorismo y con una equidistancia increíble habla de la masacre como si se tratara de un enfrentamiento bélico convencional entre dos ejércitos. Al ‘número dos’ de Yolanda Díaz, Enrique de Santiago, este salvajismo sobre la población civil israelí no le parece terrorismo, ni crimen contra la Humanidad. Y su jefa, que exige que Israel cumpla la legalidad internacional, a Pedro Sánchez le pide que incumpla la nacional y apruebe una amnistía para sediciosos.
El filósofo francés Bernard-Henri Lévy dijo a la vista de la reacción de la izquierda europea: «Dar excusas a Hamás, argumentando que su barbarie es una respuesta a una opresión anterior, no hace más que reproducir una inmundicia que ha justificado durante siglos el antisemitismo». El geopolitólogo Dominique Moïsi cree que estamos ante un pogromo moderno evocando las persecuciones históricas de los judíos en Europa.