Ignacio Varela-El Confidencial
- A la luz de la estimación de IMOP Insights en esta primera entrega del Observatorio Electoral de El Confidencial, estaríamos seguramente condenados a vivir la tercera repetición electoral desde la quiebra del bipartidismo
Los españoles tenemos suerte de que no haya una convocatoria de elecciones generales a la vista. A la luz de la estimación de IMOP Insights en esta primera entrega del Observatorio Electoral de El Confidencial, estaríamos seguramente condenados a vivir la tercera repetición electoral desde la quiebra del bipartidismo.
El Congreso resultante de esta estimación sería un auténtico infierno. El PP sería el primer partido de la Cámara, pero la investidura de Pablo Casado colgaría de un hilo. Presuponiendo el apoyo imprescindible de Vox, Ciudadanos y Navarra Suma, el candidato popular obtendría 172 votos afirmativos, frente a 174 negativos que colectarían entre la izquierda y los nacionalistas. Todo quedaría en manos de cuatro diputados imprevisibles: los dos de Coalición Canaria, el del PRC y el de Teruel Existe (o de una abstención del PNV, altísimamente improbable con Vox como partícipe estelar de la mayoría de gobierno).
Aunque lo lograra, la estabilidad de un Gobierno con semejante precariedad numérica y semejantes apoyos políticos sería una quimera. Casado tendría problemas para explicar en Europa su supeditación a la extrema derecha. La izquierda y los nacionalistas emprenderían una oposición de tierra quemada. Los caminos del consenso quedarían aún más bloqueados de lo que están ahora. En consecuencia, todas las reformas estructurales que el país necesita permanecerían paralizadas. Lo más verosímil es que, tras unos meses de fuego y azufre, la legislatura pereciera por asfixia.
Peso si Casado lo tendría difícil, para Sánchez sería prácticamente imposible. Aunque mantuviera agrupada la mayoría que votó los Presupuestos (la más amplia que ha alcanzado desde que llegó al poder), pasaría de 188 votos a 162. Para superar una investidura y sostener un Gobierno, necesitaría componer un macro-Frankenstein esperpéntico en el que tuvieran cabida desde Puigdemont, la CUP y Bildu hasta Revilla y Teruel existe. En cualquier caso, los votos de los partidos provincialistas se pondrían muy por encima del precio de la luz.
Hará muy mal el PSOE si recibe con satisfacción el resultado de esta encuesta por el hecho que le sea menos desfavorable que otras. Lo cierto es que el estudio de IMOP viene preñado de malas noticias para el partido de Sánchez y para la izquierda. Según esta estimación, desde las últimas elecciones generales habría sucedido lo siguiente:
La derecha supera claramente a la izquierda y suben sus dos partidos más importantes. En la izquierda, la leve tendencia al alza de Más País no compensa las caídas del PSOE y de Unidas Podemos.
Quizá se vea más claro aún si lo llevamos a votos reales. Presuponiendo un número de votos válidos idéntico al de 2019 (24,3 millones), el PSOE habría perdido desde entonces 343.000 votantes, y Unidas Podemos habría perdido 650.000. Un millón de votos menos para los dos partidos que comparten el Gobierno.
En la derecha, el PP habría ganado 1.400.000 votos desde el principio de la legislatura y Vox habría ganado 350.000. En total, 1.750.000 votos más para los dos principales partidos de la oposición. Cerca de un millón lo entrega Ciudadanos en su camino hacia la extinción, pero los demás salen de algún sitio. En parte, salen del PSOE, pero el factor clave es la movilización: el PP y Vox tienen un grado de fidelidad de sus votantes muy superior a la que tienen el PSOE y UP.
El retrato que sale de esta encuesta muestra los partidos del Gobierno en bajada y los de la oposición en subida
Así pues, el retrato que sale de esta encuesta muestra los partidos del Gobierno en bajada y los de la oposición en subida. Lo que no significa en absoluto que el PP pueda permitirse el lujo de dar por ganado el partido y tumbarse a la bartola esperando ver pasar el cadáver de su enemigo, o limitarse a decir a todo que no (¿a quién me recuerda eso?) y contemplar cómo los coaligados se despedazan entre sí y se alienan a la opinión pública. El PSOE, pese a su descenso, muestra una resistencia digna de mejor líder; y si sale bien la operación ambiciosa de Yolanda Díaz de enterrar a Podemos y reagrupar todas las fuerzas a la izquierda del PSOE en una confluencia informal bajo su liderazgo ‘blando’, ese espacio podría revitalizarse. No está lejos el día en que Sánchez eche de menos a Iglesias como vicepresidente; Calviño ya lo hace.
Con todo, lo verdaderamente importante —y angustioso— es el Atasco. Ese callejón sin salida en que se metió España hace más de un lustro y del que no sabemos —ni aparentemente queremos— salir. Un sistema político concebido por sus creadores para que solo pueda avanzar desde el consenso y que se ha atrapado a sí mismo en el disenso como único principio compartido por ambos lados de la barricada. Lo mejor que le puede pasar a esta encuesta es que no se cumpla.