El buzón moral

JOSÉ IGNACIO EGUIZÁBAL – 13/05/15

Jose Ignacio Eguizábal
Jose Ignacio Eguizábal

· Les supongo enterados: hace pocas semanas Maite Pagazaurtundúa –vecina de Andoain como su familia- colocó un buzón al lado del monumento dedicado a su hermano Joseba, asesinado por la banda. El propósito era moral: invitar a la gentuza que colaboró activa o pasivamente en aquel asesinato a que manifestaran por escrito su error y tal vez su propósito de rectificar sus convicciones políticas si incluían el consentimiento próximo o lejano del crimen.

La alcaldesa de la villa, Ane  Karrere, de Bildu, en la resolución  correspondiente del Consistorio ha ordenado que se retire ese buzón.  A ver quien se creen que son estos –habrá pensado- para interferir en el espacio público nada menos que con una silenciosa proclama moral. Unas manos abiertas a la convivencia decente. Ellos, los inmoralistas por excelencia que nunca han condenado ni condenarán los crímenes de la banda.

Una vez más, lluvias políticas anteriores han traído ahora estos lodos inmorales. Me van a disculpar y me gustaría equivocarme pero tal vez todo esto comenzara cuando a Zapatero se le ocurrió la brillante idea  de negociar con la banda. No era nada nuevo. Les recuerdo algo más lejano: el asesinato de Lluch, ¿olvidaron a los biempensantes que exigían dialogo?  Llovía, pues, sobre mojado. De poco sirvió la advertencia de Teo Uriarte o de Nicolás Redondo de que negociar con una banda moribunda la vitaliza y, lo más grave, la legitima. Allí estaba Eguiguren para colaborar

Bombo y platillos en la escena preparada por Zapatero. Y muchas luces. En el parlamento español, en el europeo…y a puntapiés con el PP a ver si lo echaba de la escena pública. Eran franquistas y había que acabar de ganar la guerra civil.

Muchas luces, muchas expectativas…pero el escenario vacío a la opinión pública, a los ciudadanos. Poco antes de las elecciones generales, la banda anuncia el cese definitivo pero ni entrega las armas ni cierra el tétrico kiosco, no se disuelve. Es más, anuncia osadamente que vigilará el desarrollo político. Y, sobre todo, el Tribunal Constitucional ha colisionado con el Supremo para consentir la cuadratura del círculo: el mundo de Batasuna –el brazo político de la banda- ahora llamado Bildu puede volver a las instituciones sin condenar expresamente los crímenes y el chantaje de la banda. Ya ha dejado de llover. Todo lo demás es barro.

Maite y su familia, como tantos otros, viven exiliados fuera del País Vasco. En Andoain gobierna Bildu (nadie habrá pensado alguna vez que la democracia legitima ningún programa político). La preocupación fundamental en la familia nacionalista parece ser el destino de los presos de la banda. El PNV, su gran pastor, coloca  a Jonan Fernández, un prestidigitador verbal que hubiera admirado Goebbels, para reconducir el panorama social de las víctimas y los verdugos. Les recuerdo un antecedente: hubo una vez que el Parlamento Vasco, comandado por los que parecen los  dueños naturales de aquella tierra, propuso y consiguió que Jose Antonio Urruticoetxea, Josu Ternera, fuera el representante de la Comisión de Derechos Humanos.

La iglesia vasca pide arrepentimiento a los verdugos y perdón a las víctimas (más precisamente a sus allegados porque estas están muertas). No estaría mal, para empezar, que la gran esperanza blanca del catolicismo, el Papa Francisco  -tan brioso como Pablo Iglesias en su pretensión de cambiar el sistema- exhortara a sus sacerdotes vascos lo primero a asumir su responsabilidad y después a poner sus ideas políticas a buen recaudo. ¿Recuerdan a Setien?

La política, la moral y la religión. Mientras tanto Maite deambula con su buzón sin encontrar un lugar en Andoain donde colocarlo. Está todo el pueblo como el País Vasco, lleno de barro. Un gigantesco desagüe, que apesta.

JOSÉ IGNACIO EGUIZÁBAL – 13/05/15