SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 29/03/13
· Ya va siendo una cierta tradición que el presidente del Gobierno español y el de su taifa catalana se reúnan para tratar sus cosas a cencerros tapados, bendita polisemia. Lo del lunes entre Mas y Rajoy había tenido su precedente el 21 de enero de 2006, un sábado en el que el mismo Mas visitó a Zapatero con idéntico procedimiento. También aquella cumbre fue a cencerros tapados. Mas también viajó entonces en su propio coche -bueno, ahora es de la Generalitat- para no dar el cante en el AVE ni en el puente aéreo.
Aquel viaje fue redondo; aunque es verdad que José Luis era especialmente flete. Violaron la Ley Antitabaco, fumando como cosacos en un espacio de trabajo y Artur se volvió a Barcelona con inversiones del Estado garantizadas para siete años, el permiso para poner «nació» en el Estatut y la cabeza del bautista Maragall (es que estoy viendo Rey de Reyes) en bandeja de plata. Zapatero le cogió gusto al tema, porque luego siguió pactando con la oposición a su lehendakari,Patxi López.
Este lunes santo hablaron de la flexibilización del déficit y de la consulta en un justo quid pro quo. Mariano flexibiliza el cumplimiento del déficit y, a cambio, Artur mantiene su consulta. De hecho, la víspera de la cumbre (dicho sea sin exagerar) el honorable presentó su Consell per a la Transició Nacional.
No sabemos si esta vez también le dieron al fumeque, aunque, entre sus dos visitas, el cartero Mas ha dejado de fumar. Nadie lo diría, al ver su forma de gobernar o al leer su discurrir.
Pero esto no quiere decir que la Generalitat no se dé a razones. Una fuente encapuchada del Govern le dijo al cronista áulico de La Vanguardia: «No todo es la consulta y el día a día es tremendo». ¿No es esto una conmovedora prueba de que CiU ha abrazado el pragmatismo? No es de extrañar que se nos oculte su personalidad. Recuerden que haber dicho en Amarcord «como sigan así las cosas, no sé, no sé…» le costaba un trago al padre de Titta, dicho sea en sentido estricto, porque los fascistas le hacían beber media botella de aceite de ricino.
Recuerden aquel día en que Mariano le dijo a José Luis en el Congreso (18 de noviembre de 2010): «Señoría, un gobernante debe ser tan previsible como el sol, de modo que sepamos ya hoy a qué hora nos hemos de levantar pasado mañana. Es usted imprevisible, en parte por la volatilidad de sus palabras, en parte por sus políticas erráticas». Unos días después, Alfredo Pérez Rubalcaba dijo algo que Rajoy debería haber memorizado: «El que echa un pulso al Estado, pierde». Claro, que lo decía por los controladores aéreos, no por ningún intento soberanista.
Si así defienden la dignidad del Estado que gobiernan y aun la suya propia, ¿qué podremos esperar cuando les toque defender la nuestra? El cartero siempre llama dos veces, escribió James M. Cain, pero en vista de lo mucho que le lucen las visitas, no sería de extrañar que llamara una tercera.
SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 29/03/13