IGNACIO CAMACHO – ABC – 02/11/15
· Corregido el impulso radical de Podemos, la decisión electoral vuelve a bascular sobre la disputa del centro político.
A expensas de cómo concrete su gran reto estratégico, que van a ser los pactos poselectorales, el gran mérito de Ciudadanos consiste en haber devuelto la política española al centro. Podemos la había desplazado hacia la izquierda al irrumpir para ponerle cara al desencanto, al hartazgo de la corrupción y a los estragos de la crisis. Pero le dibujó a ese rostro un gesto demasiado amargo, ceñudo, rupturista. Una expresión radical que C’s ha corregido para situar de nuevo la contienda por el poder en una geografía moderada; alejado de ella el partido de Pablo Iglesias, que ha fracasado en su intento de camuflaje socialdemócrata, quedan tres fuerzas para disputar ese espacio en el que casi siempre se han decidido las elecciones en esta democracia.
El primer perjudicado por la irrupción fulgurante de Rivera y los suyos es, por supuesto, el PP, obligado a compartir un segmento que vertebraba de manera unívoca. En absoluto es casual que más de la mitad de la intención de voto riverista provenga de antiguos electores del gran partido
atrapalotodo. Sin embargo también el PSOE ha salido damnificado de la nueva correlación de equilibrios y no está claro que haya hecho el diagnóstico correcto. Los socialistas están preocupados por la influencia de Podemos entre su clientela habitual, y elaboran su estrategia para no perder apoyo por la izquierda. Eso engorda la expectativa de Ciudadanos tal como se está viendo en las tornadizas encuestas. La experiencia catalana ha demostrado que una parte del voto útil se está desplazando hacia las listas de Rivera.
La posibilidad de un vuelco en el segundo puesto –descartado por ahora el descalabro completo del PP como primera opción– apunta sin embargo a una crucial novedad: la de una alianza entre C’s y el PSOE para echar a Rajoy… con Rivera y no Sánchez como candidato a la Presidencia. Esta hipótesis supondría un tumbo de los cálculos sobre los que viene pivotando la campaña, que pasan por la consideración de Ciudadanos como bisagra correctora del bipartidismo. Si pudiese postularse para gobernar, el líder emergente quedaría liberado de esa especie de marco mental que lo vincula en la opinión pública con los votantes de centro-derecha. Su electorado de ese signo le recriminará sin duda que utilice su respaldo para elevar a un socialdemócrata al poder, pero difícilmente podría reprocharle que se dé prioridad a sí mismo.
Para evitar esta variante hasta ahora inesperada, el Gobierno sólo tiene un camino: establecer una distancia suficiente, de tres puntos o veinte/veinticinco escaños. Ganar con claridad para subrayar una mayoría natural de su sector ideológico que Rivera sólo podría quebrar con un volantazo demasiado brusco. Si el resultado de diciembre, en cambio, sale apretado puede suceder cualquier cosa. Porque en el centro está la virtud de la moderación… pero también la tentación de la ambigüedad.
IGNACIO CAMACHO – ABC – 02/11/15