El contagio del desencanto

EL CORREO 29/01/14
TONIA ETXARRI

Si, por regla general, los partidos tienen que hacer encaje de bolillos para presentar una candidatura con ‘tirón’ en los comicios europeos, la renuncia pactada de Jaime Mayor ha dejado al Partido Popular en una situación de bloqueo. Con una incertidumbre que sólo puede provocar desmovilización en las bases de un partido que hace tan sólo dos años ganó por mayoría absoluta en las elecciones generales.
Quedan más de tres meses para elegir el nuevo Parlamento europeo. Pero este ‘desenganche’ de uno de los fundadores más emblemáticos del PP se debería haber producido antes. Es el peaje que ha tenido que pagar Mariano Rajoy por su tendencia a dejar que los problemas maduren hasta pudrirse. Porque, en el caso del expresidente del PP vasco, exministro del interior y eurodiputado, el problema era tan palpable desde que entró en colisión su diagnóstico sobre las imposiciones de ETA con los mensajes del Gobierno sobre la derrota de la banda, que resultaba ya irresoluble. Jaime Mayor no tiene duda, y así lo expresa en privado, sobre el comportamiento de Rajoy frente a ETA. Se muestra convencido de que su Gobierno no ha negociado nada con los terroristas, como hizo Zapatero. Pero desde la excarcelación del preso Bolinaga no ha ocultado su distanciamiento. Su decepción con un Gobierno que, en su opinión, debería haber mantenido una línea de firmeza a pesar de que ETA haya dejado de matar para impedir que se le premie por haber dejado de hacerlo.

Su decisión de no ir en las listas no está relacionada directamente con el enfrentamiento que el PP vasco y Consuelo Ordóñez protagonizaron el pasado fin de semana en el cementerio de Polloe. Porque la decisión ya la tenía tomada mientras esperaba que Rajoy le contara sus planes para las elecciones europeas. Y como no se los contaba dio el paso en cuanto Carlos Floriano le pidió que preparase una intervención sobre el papel de España en Europa para la convención de Valladolid . No se sentía capaz de mantener la ficción cuando, desde hace ya tiempo, estaban chocando dos discursos en el PP en una cuestión tan sensible como la derrota de ETA, y decidió apearse. No podía darse la situación de que el PP lanzara dos discursos en la campaña. Comparte muchos de los mensajes del partido Vox, a dónde han ido sus amigos Vidal-Quadras, Ortega Lara y Santi Abascal. Un partido en donde casi todos, menos él, le ven. Pero no emprenderá ninguna aventura política porque sostiene que quienes construyeron el centro-derecha, desde el 82, no pueden estar en procesos de fractura.

Quizás el PP no sea consciente de que ni Arias Cañete, rodeado de víctimas del terrorismo, podría formar una plancha de tanto peso como la que representaba Mayor Oreja. Sus competidores, sí. Tanto Elena Valenciano con Ramón Jáuregui, como Izaskun Bilbao o Maite Pagazaurtundua saben que el PP, sin Mayor, tiene menos fuerza. Carlos Iturgaiz hacía un llamamiento a su partido para que sea capaz de recuperar a los que se han ido. Demasiado tarde. El desencanto se contagia. Y cuando falta liderazgo, las mayorías se desactivan. El plantón que le dará Aznar a Rajoy en la próxima convención no es casualidad.