TONIA ETXARRI-El CORREO

Transitamos por las fiestas en agosto ya con los síntomas avanzados del síndrome del nuevo curso político. El Gobierno vasco no, que mantiene su calendario tradicional. Pero en La Moncloa no pueden esperar a septiembre. Los ministros de Sánchez celebrarán mañana su primer consejo postvacacional y el Congreso de los Diputados deberá aprobar el polémico plan energético que ya está en vigor desde hace unos cuantos días, vía decreto.

Estamos en curso electoral y eso se nota. Los ministros socialistas han salido a dar a Feijóo hasta en el carné de identidad. Ocurre que el nuevo presidente del PP está liderando las encuestas en intención de voto y en La Moncloa no se les ocurre mejor reacción que la de ir soltando a unos cuantos ministros en tromba, por tierra, mar y Twitter, para culparle de todos los males que aquejan a nuestro país, que no son pocos. La burda maniobra de la filtración del documento confidencial de un pacto para la renovación de cargos en el Tribunal Constitucional y el de Cuentas, entre otros, firmado por el ministro Bolaños y Teodoro García Egea, no les ha salido bien. Feijóo no es el guardián de sus antecesores. También han pinchado en hueso intentando avivar las diferencias entre el presidente del PP y la presidenta de la comunidad de Madrid creyendo que Feijóo es Casado. Y no. El nuevo presidente del PP es lo suficientemente hábil como para saber que necesita ese tándem con Isabel Díaz Ayuso porque es complementario y suma todas las sensibilidades de los votantes a los que aspira atraer en las próximas citas electorales. Desde los desencantados del PSOE hasta los cabreados de Vox.

Estamos viviendo una situación económica tan incierta que los ciudadanos están experimentando una ansiedad que sobrepasa los límites propios de un inicio de curso político cualquiera. Pero Feijóo ya ha entendido que debe ejercer la oposición no sólo en el terreno económico.

La hemeroteca de Pedro Sánchez se ha convertido en aliada involuntaria de Feijóo

No utilizó todos los resortes que hubiera podido emplear contra los socialistas partidarios de conceder el indulto a José Antonio Griñán. Pero el archivo de Sánchez se ha convertido en el aliado involuntario del jefe de la oposición. Las redes sociales rescatan perlas del presidente del gobierno cuando defendía lo contrario de lo que dice ahora. Cuando defendía enfáticamente el fin de los indultos. Por ejemplo. O la prohibición de los referéndums ilegales. Esa propuesta que dicha por Feijóo ha escandalizado a la vicepresidenta Nadia Calviño la defendía el candidato Sánchez en los debates televisivos. «Prohibir de una vez por todas la celebración de referéndums ilegales en Cataluña», decía en 2019 y se quedaba tan ancho. Faltan 16 meses para la celebración de las elecciones generales. Pero antes se abrirán las urnas para las municipales. Feijóo quiere atraer al PNV a su lado. No es tarea fácil. No sólo porque el PNV actual no se sienta cómodo con su homologación a un partido de centro derecha como el PP o porque Andoni Ortuzar quiera seguir beneficiándose de los votos ‘prestados’ del PP sino porque los nacionalistas saben que no van a encontrar otro presidente del gobierno tan ‘facilón’ como Sánchez, que se vaya plegando a sus exigencias.

Bien es verdad que el PNV tiene un olfato especial para divisar un cambio de ciclo. Que se lo pregunten a Rajoy, a quien dejaron plantado con los Presupuestos en cuestión de horas para apuntarse a la moción de censura. Pero estos cambios de ciclo los deciden los votantes. O así debería ser.