SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO – 14/05/15
· Esto de la juventud es algo que se pasa con el tiempo, ya lo advirtió Rubén Darío: «Te vas para no volver». El adanismo cree que la juventud es un valor intrínseco y no un estadio pasajero de la vida.
Esto era una convicción mía incluso cuando era joven, bastante más de lo que es ahora Albert Rivera, que ha proclamado la incapacidad de los nacidos antes de la Constitución para gestionar la regeneración que necesita la política española. Precisamente durante la campaña del referéndum constitucional vi una sorprendente pintada de Euskadiko Ezkerra: «Los jóvenes vamos a la revolución y al socialismo. Esta Constitución, no». Recuerdo haber pensado entonces: «Hombre, depende. García Juliá y Lerdo de Tejada, (dos de los asesinos de Atocha), tampoco».
Albert Rivera, cuya oposición parlamentaria a Mas me ha parecido muy meritoria a lo largo de estos años, está dando señales de agotamiento por sobreexposición. En sólo un par de días ha acuñado tres disparates notables. El de la juventud, la obligatoriedad de que en los dormitorios españoles no pernocten más de dos personas y, last but not least, la obligatoriedad de que para pactar con C’s hay que someterse sí o sí a proceso de primarias.
Eso es confundir la bisagra con la puerta. Negocie Rivera y trate de infiltrar el programa del otro, pero no quiera determinar el ser del otro. El PP no celebra primarias. El PSOE organizó unas que no salieron bien y puso todo su empeño en cargarse al candidato Borrell, lo que finalmente consiguió. Susana ha depurado el proceso hasta diseñar unas primarias con una sola candidata: ella misma. Dicho esto, también resulta algo sorprendente que la vicepresidenta Sáenz de Santamaría lo califique de «inmaduro», pero no por ninguna de las razones antedichas, sino por decir que está dispuesto a pactar con todos. Pero hombre, mujer, para un candidato que no le hace ascos al PP.
Otro Adán es Pablo Iglesias, con el mismo problema de sobreexposición que Rivera, aunque desde hace más tiempo y quizá más irresoluble: cualquier opinión suya sobre el presente o el futuro está invalidada por una hemeroteca que rebosa valores antidemocráticos, unas primarias en las que apenas participó una tercera parte de los inscritos y unas alianzas rigurosamente impresentables.
Y luego está, naturalmente, Young Sánchez, que después de haber puesto en abril los topes en materia de pactos, ni Bildu ni el PP, dijo en Tenerife cinco días después: «Mariano Rajoy, que se olvide de partidismos y deje gobernar en Andalucía a Susana Díaz».
Otro Adán. Sólo falta que algún Hernando le tome la palabra y diga que puestos a hacer analogías es más fácil hacerla entre el PSOE y Bildu por razones obvias y relaciones peligrosas. Pide a Rajoy que facilite la investidura de Susana como aceptó el PSOE que los diputados vascos del PP invistieran a su López, pero con un poco de asquito, como los señoritos de provincias cuando van de putas. A los candidatos del PP les pasa justo lo contrario que a las mujeres españolas hasta 1931: los socialistas les admiten como electores, pero no les consideran elegibles.
SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO – 14/05/15