Mikel Buesa-LA RAZÓN
- Ser «enemigo del pueblo» es todavía peligroso en el País Vasco, pues los rescoldos del terrorismo aún no se han enfriado del todo
El letrado Francisco Ignacio López Lera ha sido tildado por una extraña entidad denominada Naziogintza de «enemigo del euskera», que es lo mismo que serlo del pueblo, pues según ese grupo independentista vasco su «Nación es el Pueblo del Euskera». A este abogado que procura que el Derecho no abandone a los ciudadanos ante la tiranía de los poderes arbitrarios, se le acusa de ganar los pleitos contra las administraciones que imponen, sin amparo normativo, el requisito de un amplio conocimiento de la lengua vasca para acceder a la función pública. Y así, varios de sus clientes han visto restaurada su razón para ocupar un puesto funcionarial en virtud de la aplicación de los principios del mérito y capacidad.
Ser «enemigo del pueblo» es todavía peligroso en el País Vasco, pues los rescoldos del terrorismo aún no se han enfriado del todo y aún quedan animosos morroskos dispuestos a reavivarlos, como se pudo ver en Alsasua hace algún tiempo. Así que, la Ertzaintza debiera proteger al letrado López Lera por si acaso a alguno se le va la pinza. Claro que, en este mundo singular en el que todo está al revés, a los verdaderos enemigos del pueblo –que no son otros que los militantes de ETA que todavía siguen en su condición de presos impenitentes– entre el ministro Marlaska y su carcelero principal, Ángel Luis Ortiz –que ocupa un puesto de largo título referido a las prisiones–, les han ido preparando una cómoda estancia en el País Vasco, con alojamientos individuales y kit de entretenimiento, a fin de que, con la ayuda de las autoridades locales y de sus seguidores en Sare y Etxerat, se aproximen a la libertad. Algunos ya están fuera, pues entre unos y otros, han echado en el saco del descuido aquella reforma del Código Penal que prometía a las víctimas que esos asesinos que iban a cumplir íntegramente sus penas, como si ello fuera lo más de la justicia. Pero ya se ve que no es así porque Marlaska cree, al parecer, que aquella promesa de apoyar a esas víctimas, que me hizo a mí hace años, tras un concierto en su homenaje, puede quedar en agua de borrajas. Yo no olvido.