El faisán alza el vuelo

 

España es un extravagante país en el que los pájaros disparan a las escopetas. Eran los terroristas quienes contaban con chivatos entre las filas de los maderos. Esta ósmosis de cantarras no se da sino en circunstancias excepcionales y en favor de una causa que la superioridad consideraba un bien supremo, pongamos un proceso de paz.

Al volver Baltasar Garzón de su aventura equinoccial y hacerse cargo de las diligencias del caso Faisán, el ritmo al que las desarrollaba Fernando Grande-Marlaska se frenó en seco y parecía que el chivatazo de Irún iba a desaguar en el archivo de las actuaciones.

Cuando el más espectacular de la constelación de nuestros magistrados estelares fue suspendido el 14 de mayo último por decisión unánime del órgano de Gobierno de los jueces, al dictarse apertura de juicio oral contra él, podría parecer que el caso estaba agotado.

España es un extravagante país en el que los pájaros disparan a las escopetas y, en el caso que nos ocupa, los policías no disponían de confites o membrillos en el mundo del hampa. Eran los delincuentes, los terroristas, quienes contaban con chotas o chivatos entre las filas de los maderos. Son casos aislados, claro, y esta ósmosis de cantarras no se da sino en circunstancias excepcionales y en favor de una causa que la superioridad consideraba un bien supremo, pongamos un proceso de paz.

Garzón regresa de su viaje a EEUU antes de lo previsto para reasumir los asuntos de su juzgado que había llevado Grande-Marlaska. ¿A cuento de qué las prisas?: desde que él vuelve a la Audiencia Nacional en julio de 2006, las actuaciones se paralizan durante tres años y tres meses. No es su voluntad la que las activa, sino la petición del fiscal de que archive el caso. El interino Marlaska había encargado la investigación del asunto a la Guardia Civil. Lo primero que hace Garzón es apartar a este instituto armado para encargarle la investigación a la Policía, cuerpo al que pertenecen los imputados. Mientras, el Gobierno ofrece a su sustituto un destino muy apetecible: juez de enlace con Londres, puesto que es rechazado por el magistrado. Rubalcaba, que había jurado su cargo de ministro el 11 de abril, destituye a Víctor García Hidalgo en septiembre de 2006.

El faisán es ave de vuelo rápido que despega casi en vertical y necesita muy poco tiempo para ello. El juez Ruz ha negado el archivo de la causa, ha convertido las actuaciones en sumario, ha ordenado a la Guardia Civil investigar si el vídeo fue manipulado y tomar declaración a los funcionarios que tenían la custodia sobre el mismo. No era difícil que eso mismo se le ocurriera a Garzón. Será que los jóvenes tienen más prisas.

Algunos de estos hechos no son probatorios; ni siquiera habían sido considerados como indiciarios hasta ahora, pero la contemplación de todos ellos en su conjunto ofrece la hipótesis más consistente sobre el caso Faisán; y esa hipótesis es, al mismo tiempo, la más negativa para el Estado de Derecho y la más preocupante para el Gobierno.

El PP, que tenía en la memoria el pase del desdén con el que Rubalcaba toreaba sus preguntas parlamentarias, ha dicho por boca de su portavoz parlamentaria que «mañana [por hoy] debe empezar a decir la verdad». Sáenz de Santamaría es joven, como Pablo Ruz, y debería tener en cuenta que, a partir de ciertas edades, arraigan mal hábitos nuevos. Aunque nunca se sabe, siempre hubo vocaciones tardías.

Santiago González, EL MUNDO, 26/1/2011