- Pedro Sánchez ha arruinado el poco prestigio que nos quedaba empeñándose en una cruzada personal: reconocer un Estado palestino ya, unilateralmente, sin fronteras definidas, sin interlocutores, sin Gobierno con control efectivo de un territorio, y sin condiciones
Días después de la atroz carnicería –cuyas imágenes, ya difundidas, resultaban insoportables–, Ursula von der Leyen emitió, como no podía ser de otra manera, un mensaje de apoyo a las víctimas. La hoy ministra de Sanidad Mónica García se desmarcó del mensaje de la presidenta de la Comisión Europea con un «Not in our name» (No en nuestro nombre). Luego se exigió algo a sí misma: «Pedimos al Gobierno de España una respuesta contundente contra la barbarie». Bien está, podrían pensar los inadvertidos, pero con lo de barbarie no se refería a la efectiva barbarie sino al ejercicio del derecho de defensa de una nación atacada por una organización terrorista militarizada. Por eso remataba: «No vamos a tolerar un genocidio al [sic] pueblo palestino».
La ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, ha calificado como «derecho a resistir» lo que hizo Hamás el siete de octubre pasado. Dos días después de la masacre llamó a participar –y participó– en una manifestación en la Puerta del Sol de Madrid que había sido convocada por Samidoun, grupo prohibido en Alemania por terrorista, y miembro de la organización terrorista FPLP, prohibida en el conjunto de la Unión Europea, en Estados Unidos y en el Reino Unido. La ministra Rego califica habitualmente de «genocida» a Israel.
Pedro Sánchez ha arruinado el poco prestigio que nos quedaba empeñándose en una cruzada personal: reconocer un Estado palestino ya, unilateralmente, sin fronteras definidas, sin interlocutores, sin Gobierno con control efectivo de un territorio, y sin condiciones. Solo por joder. La brutal ofensiva del sanchismo contra el hogar nacional de los judíos en su momento de mayor vulnerabilidad pasará factura. Israel debería cobrársela a nuestro Gobierno estrictamente.