El Gobierno refrenda que Felipe VI no reciba a Forcadell

EL MUNDO – 13/01/16

· El día en que las fuerzas nacionalistas emprendían una campaña contra el Rey a propósito de la decisión de no recibir en audiencia a la presidenta del Parlament, el Gobierno refrendaba abiertamente la actuación de la Casa.

Primero, en boca del ministro de Justicia en funciones, Rafael Catalá, que en declaraciones a este diario aseguró: «Estoy plenamente convencido de que el Rey ha actuado como debía». Según el Notario Mayor del Reino, «Felipe VI ha cumplido estrictamente con su función constitucional al nombrar al presidente de la Generalitat investido». Según insistía, recibir en audiencia al presidente de la Asamblea legislativa de Cataluña para cumplir con este trámite «era una costumbre, pero no una obligación»; y si algo ha hecho el Monarca en este caso es «cumplir estrictamente con su obligación».

Por otra parte, fuentes del mismo Ejecutivo en funciones admitían, además, el acierto que a su juicio había supuesto la decisión de «no dar bolilla» a unas instituciones –el Parlament y el nuevo Govern– que han hecho gala desde su constitución, tanto del independentismo como de su republicanismo; y no sólo como seña de identidad sino como auténtica hoja de ruta.

Según las mismas fuentes, una cosa es cumplir con los trámites –sobre los que ni el Ejecutivo ni la Casa tienen dudas, pese a la naturaleza de las nuevas instituciones catalanas–, y otra bien distinta, tener hacia ellas la «deferencia» -es decir, el respeto, la cortesía y hasta la condescendencia– que representa un encuentro presencial. Éste era, de hecho, el sentido que la Casa dio en el pasado a las singulares audiencias a los presidentes de las Cámaras regionales de Cataluña y el País Vasco.

Y es que, como comentaba un ex barón popular a este diario, «al presidente del Parlamento de mi Comunidad nunca se le habría ocurrido pedir una audiencia a su Majestad para comunicar mi investidura». «El caso de Cataluña y País Vasco siempre fue una excepción por razones obvias», añadía, «que ha perdido su sentido una vez que se ha roto el anterior clima de lealtad institucional».

El acuerdo en torno a la no celebración de la audiencia en La Zarzuela era ayer bastante generalizado en el entorno más próximo al Ejecutivo, si bien hubo quien habría preferido que el Monarca hubiera optado por alguna fórmula intermedia, como atender la petición de Forcadell –precisamente para evitar el posible desaire–, pero en su despacho, y sin cámaras de por medio. Y es que los populares están convencidos de que Forcadell buscaba una instrumentalización de la audiencia en favor de sus propósitos políticos.

Lejos de alimentar la polémica generada por los nacionalistas, desde la propia Jefatura del Estado se retrotraían ayer a la información suministrada la víspera, según la cual, el secretario general de la Casa se limitó a informar al Parlament y a cumplir con el trámite constitucional, sin otras consideraciones.

En su escrúpulo institucional, la Corona no aclaraba ayer si la decisión había sido consensuada con el Gobierno –tampoco accedió a hacerlo el Ejecutivo–, pero ninguna de las fuentes consultadas dudaba del sello exclusivo de La Moncloa tras la escueta despedida de Artur Mas en el BOE: «Vengo a declarar», rezaba el texto del Real Decreto de Presidencia, «el cese de Don Artur Mas como presidente de la Generalitat de Cataluña», obviando, de manera notoria, el tradicional agradecimiento a los servicios prestados por el ex alto cargo.