EL MUNDO 03/02/15
ARCADI ESPADA
DICE Sostres sobre José Manuel Lara, que murió el sábado: «Su otro gran tormento era que su padre hubiera sido un capitán de las tropas nacionales que entraron en Barcelona». Es creíble. Que sufriera el tormento. Otra cosa distinta es la justificación y la naturaleza del tormento. En primer lugar porque, obviamente, los hijos no son responsables de la conducta de los padres, ¡ni viceversa! Pero, sobre todo, por el caso concreto. Al hijo del capitán le daba vergüenza que su padre hubiera conquistado la Barcelona republicana. Pero es una vergüenza que yo nunca he visto, por ejemplo, en la familia Cambó. Y la tomo de ejemplo porque de Cambó abajo ninguno. Cambó fue dos cosas principales en esta vida: padre del catalanismo moderno y financiero de la rebelión franquista. Su enjuta figura desmiente, es decir, niega con pruebas, la hipótesis de que la Guerra Civil fuera una guerra de conquista. Hay una timidez racional que consiste en decir que la Guerra Civil no fue una guerra contra Cataluña. Por supuesto. Pero es que ni siquiera fue una guerra contra el catalanismo. El catalanismo pagó las facturas del Alzamiento, sin metáfora. Franquismo y catalanismo nunca fueron términos irreconciliables. A Cambó lo celebró el establishment de ayer (solo hay que leer las necrologías de La Vanguardia Española) y lo celebra el de hoy (calles, monumentos, honores).
O sea que el tormento de José Manuel Lara no venía por el lugar de su padre en la Guerra Civil, sino por una cuestión algo más compleja. El caso de Cambó prueba que en los prietos códigos del nacionalismo catalán se podía ser franquista, siempre que se fuese catalanista. Pero lo que no se podía es ser franquista a secas. Es decir, franquista de El Pedroso, que es lo que fue el padre Lara. No solo pasaba eso con los franquistas. También con la izquierda. Hay una línea muy fina y siniestra que dividía a los anarquistas en chusma criminal o idealistas según se tratara de anarquistas de aquí o que hubiesen venido de allí. En el catalanismo siempre han cabido todos los catalanes.
Así pues lo que el hijo Lara tuvo que hacerse perdonar fue entrar en Cataluña. El verbo. Nada que tuviera que ver con el uniforme de su padre. Y en este sentido mi impresión personal es que ha muerto perdonado y bien.