ABC 12/03/13
EDURNE URIARTE
Las masas chavistas que veneran al tirano sirven de coartada, como si el fuerte apoyo popular no fuera característico de las dictaduras
Afalta de un manual sobre el perfecto idiota europeo que adapte a nuestro continente los inteligentes libros de Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa sobre el idiota latinoamericano, se acumulan los materiales para su futura escritura. En la última semana, y alrededor del fallecimiento de Hugo Chávez, materiales que dan para un capítulo entero.
Pues he aquí que el tirano venezolano ha recibido en Europa más parabienes y comprensión que una buena parte de los líderes democráticos, sobre todo cuando éstos son o han sido de derechas. Los mismos que han fustigado sin piedad, por ejemplo, a Berlusconi, han tratado con un exquisito respeto al caudillo venezolano. A pesar de que el populismo y las graves sombras éticas del líder italiano resultan minucias en comparación con los gravísimos abusos de poder y la represión de Chávez. Italia, antes, durante y después de Berlusconi, es una democracia que mantiene los estándares de un Estado de Derecho, con un 1 en Libertades Civiles, aunque haya bajado al 2 en Derechos Políticos, en la clasificación de la respetada Freedom House (el 1 corresponde al máximo nivel de libertad y de derechos y el 7 al mínimo). Venezuela obtiene un 5 en el último Informe en ambas parcelas. No llega al 7 de las dictaduras más terribles como Corea, ciertamente, pero está más mucho cerca de ellas que de las democracias.
Y, sin embargo, los europeos parecen nuevamente fascinados con un tirano, no se sabe muy bien si por su faceta de consumado showman, por las masas enfervorizadas que le han seguido, o, más bien, por lo de siempre, por su discurso izquierdista. Lo que ha llevado al homenaje tributado por Sortu este domingo en el pueblo vizcaíno de Bolívar, esperpéntico y coherente, dada la ayuda prestada a ETA por el tirano. Y a otras simpatías bastante más preocupantes. Que hasta han provocado en una parte de la derecha, Gobierno incluido, unas exquisiteces diplomáticas que parece hubiera fallecido un respetable demócrata y no un lamentable líder autoritario.
Las masas chavistas que veneran al tirano sirven de coartada, como si el fuerte apoyo popular no fuera característico de una buena parte de las dictaduras. De extrema izquierda o de extrema derecha. El socialismo bolivariano se reúne con el fascismo, lo contaban Mendoza, Montaner y Vargas Llosa, en la admiración de Chávez por el fascista argentino Norberto Ceresole y su tesis de que una verdadera revolución debe hacerse uniendo tres elementos, caudillo, Ejército y pueblo. En eso estaba Chávez y estará su sucesor ante la comprensiva mirada del mundo democrático.