IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO
José Luis Escrivá es el ministro que se encarga de la Seguridad Social y está muy enfadado. Asegura que los medios hemos tergiversado sus planes de cara al cálculo de las pensiones. Dice ahora que nunca ha pensado extender la base de cálculo al conjunto de la vida laboral. El hecho de que hayan aparecido varias notas al respecto en las discusiones de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos y el que nadie de su ministerio se haya tomado la molestia de desmentir las innumerables noticias publicadas al respecto, ensombrecen su versión, pero no han hecho mella en su ánimo.
Sumido en una especie de enfado general contra el mundo, ayer lanzó unas duras puyas al Banco de España y a la OCDE quienes, en su opinión, se han equivocado de manera grosera a la hora de prever la evolución del empleo. Ya puestos, hizo una afirmación tan rotunda como sorprendente: «La pandemia no ha destruido empleo de manera estructural». Utiliza para ello las cifras del paro que no son las previstas por ambos organismos, sino mucho menores.
Es cierto, pero es una visión parcial e incompleta, además de precipitada e interesada. Es evidente que el sistema de los ERTE ha embalsado a muchas personas que, de no haber existido, estarían en el paro. Como el sistema no les considera parados, a pesar de no estar trabajando, las cifras son menores de lo previsto. Correcto. Pero, precisamente por esa manera de elaborar las estadísticas, habrá que esperar a que pase la pandemia y se retiren los ERTE para visualizar con precisión el efecto estructural que dejará la crisis sobre el empleo.
Es incompleta porque, en realidad, hemos colocado el problema del paro sobre las espaldas del déficit. Las ayudas otorgadas tienen una justificación social inapelable, pero también un coste contundente que cubrimos con deuda. Con una deuda que crece y crece y crece, en medio de la indiferencia general. Es decir, hemos reducido el paro a costa de agrandar la deuda. Hoy eso está muy bien, pero ¿ha oído algo de cuándo y cómo vamos a tener un plan para reducir la deuda a base de aumentar el empleo? ¿Sí? Venga hombre cuéntemelo, ¡que estoy en ascuas!
Más bien parece lo contrario. Las ayudas del ICO han solucionado el problema de liquidez inmediato de muchas empresas, pero corremos el riesgo de que, el empeoramiento de las restricciones, lo convierta en un problema de solvencia. Así que el ministro Escrivá debería esperar un poco para confirmar sus afirmaciones. Y tomarse una tila para calmar sus arrebatos.